Revista Opinión

Simbología del Agua: De la Antigüedad a los Primeros Siglos del Cristianismo

Publicado el 12 mayo 2016 por Habitalia
Es licenciada en historia del arte por la Universidad de Valencia y está cursando un máster en Ciencias de las Religiones por el Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones y la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente está realizando una investiga-ción comparativa sobre la sexualidad y la muerte.

Introducción.

El agua es un elemento que ha estado presente en la historia desde el inicio; biológicamente, podemos decir del agua que produce vida, la lluvia, los ríos, los mares y océanos, se relacionan íntimamente con la germinación y con la fertilidad.

Es un símbolo arquetípico y universal, del cual no podemos decir que unas religiones tomen prestado de otras, no es una cuestión de influencias, sino del concepto que el ser humano ha tenido y tiene del agua en sí misma. Para ilustrarlo mejor expongo una cita que expresa esto mismo: "El simbolismo de las aguas deriva de la intuición del cosmos como unidad [...]"(1)

Es necesario también tener en cuenta que el simbolismo del agua tiene matices distintos según la época y la cultura, sin embargo no deja de estar asociado a las condiciones físicas y naturales del elemento, es decir, una cierta racionalidad en la asociación de un cierto simbolismo u otro al agua por las condiciones que presenta en sí misma. Sin embargo si bien hemos dicho que el agua es fuente de vida y germinación, no debemos olvidar la ambivalencia del símbolo, teniendo muy en cuenta que al mismo tiempo simboliza destrucción y desintegración, esto es un aspecto que se pone de manifiesto sobre todo en las inmersiones acuáticas que posteriormente trataremos.

Así pues, el simbolismo primero del agua en cualquier civilización es el de océano primordial o primigenio, las aguas de las que emerge la vida.

Esto es algo que se mantiene desde las Antigüedad, en la creación de las primeras civilizaciones e incluso después en el cristianismo, ya que el agua es el elemento que primeramente es dotado de vida.

Puesto que el simbolismo del agua es extenso haremos un pequeño recorrido desde Mesopotamia, Egipto y la Antigüedad Clásica - centrándonos en el tránsito al más allá sobre la barca solar egipcia y también el orfismo - y en el cristianismo primitivo. Es evidente que el reducido espacio no nos va a permitir extendernos, sin embargo, nuestra intención es mencionar los rasgos fundamentales de cada uno respecto a los diversos significados del agua como océano primordial, la sed de los muertos, o lo que viene a ser la presencia del agua en ritos fúnebres y en el más allá y las inmersiones acuáticas, es decir, su simbolismo como vida-muerte-renacimiento, fertilidad-creación (2), purificación y conocimiento.

Por último, me gustaría señalar para el desarrollo del trabajo, que el agua muchas veces tiene todos estos significados en conjunto y es muy complicado separar el agua como elemento de vida-muerte y como elemento de fertilidad-creación, por ejemplo, sin embargo intentaré para dejar claro cada uno de ellos he decidido separarlos para hacer el desarrollo más práctico y menos arduo.

Aguas primordiales, divinidades acuáticas, culto de los manantiales y fuentes. Porque, como hemos visto, las aguas preceden y sustentan toda la creación, toda "estructura firme", toda manifestación cósmica. (3)

Las cosmogonías más arcaicas observan la creación del mundo a partir de un caos acuático primigenio, esta misma enseñanza influenciará también al mundo griego, que incorporará la idea de Caos Primigenio como punto de partida de su cosmogonía. No obstante, nosotros nos centraremos fundamentalmente en la zona del Creciente Fértil y en Egipto, aunque en otras culturas como en India, los Vedas también incorporan este aspecto.

Ya desde el paleolítico la espiral representa la fecundidad, tanto lunar como acuática y la decoración de los vasos neolíticos coincide con el mismo signo que posteriormente usan los egipcios como jeroglífico para designar el agua. (4) (Fig. 1 y 2)

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El principal motivo por el cual estas concepciones cosmogónicas coinciden se debe fundamentalmente a las condiciones climáticas, puesto que ambas regiones de las que vamos a hablar son áridas, secas, por lo que su civilización se desarrolla en torno a ríos, en el caso de Mesopotamia, el Tigris y el Éufrates y, en el caso de Egipto el Nilo.

Los textos que recogen la creación del cosmos en la región de Mesopotamia son el Enuma Elish y la Epopeya de Gilgamesh. Al comienzo del poema babilónico de la creación vemos como hemos expuesto, que el agua es el elemento conformador del cosmos ordenado tal y como lo conocemos.

La diosa Namu, el mar primordial, se diferencia en dos aguas: Apsu (Fig.3) personifica el océano de agua dulce, que sería el elemento masculino que da lugar a los ríos y las fuentes y Tiamat, que es el agua salada y bisexuada, también identificada como el lugar donde los muertos habitan. La unión de estas aguas es la que hace que se engendren a los demás dioses, en primer lugar y de este el dios Ea/Enki.

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Cuando en lo alto el cielo no había sido nombrado, ni la tierra firme había sido llamada por su nombre, nada más había que el Apsu primordial, su progenitor, y la tumultuosa Tiamat, la que parió a todos y sus aguas se mezclaron como un solo cuerpo (5)

En el transcurso del texto se detalla la ambivalencia del agua, cuando las propias aguas primigenias, Apsu y Tiamat, deciden destruir su creación en añoranza del silencio y la inmaterialidad originales. Enki vence a Apsu y en las profundidades, Tiamat engendra monstruos marinos con la función de generar caos, sin embargo Marduk, hijo de Enki, se enfrenta a ella (Fig. 4) creando con la mitad de su cuerpo la bóveda celeste, donde situará una réplica del palacio del Apsu para los dioses, y con la otra mitad la tierra.

En Egipto la masa acuática informe viene representada por Nun, de la cual surge la colina primigenia. Como vemos se repite el patrón por el cual del agua emerge la tierra, es la eclosión de la luz de la vida y de la conciencia, así mismo el agua re-presenta la eternidad y participa en el ciclo del Sol por el Am Duat. (Fig. 5) Es decir que las aguas primigenias no dejan de existir tras la creación, la envuelven, rodea el firmamento y marca la frontera de los infiernos. (6). Esto último es también un aspecto muy común, el situar el más allá en las profundidades de las aguas primordiales, de hecho podemos verlo reflejado en los Textos de las Pirámides (7): "Yo, precisamente yo, soy que está a la derecha de Ra, el altivo que preside la Caverna del Abismo" (8) "Oh colina que no es puntiaguda, puerta del cielo, yo soy que salí de Atum. Oh Nun deja que esas (puertas) estén abiertas para mí, para que vean que he llega-do, un ba divino." 9

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Es muy representativa hacia este aspecto, la imagen que hemos elegido para Nun, la cual sostiene la barca solar que efectúa el tránsito a través del Am Duat. Concretamente la imagen representa la duodécima hora, marcada por la presencia del escarabajo que representa a Jepri, el dios solar de la mañana, el nacimiento del sol. La cosmogonía que concretamente detalla mejor la importancia de las aguas primigenias es la Hermopolitana, que comienza por hacer una diferencia de género dentro de las mismas, una diferencia dentro de lo indiferenciado. Otro aspecto importante, es el dotar de dirección al agua, pues mientras el agua sin límites lo inunda todo, el agua con dirección genera una corriente fluvial a cuyas riberas es posible la vida.

Simplemente para señalar la influencia de estas concepciones del cosmos sobre Grecia y para señalar otros matices también importantes de las aguas primigenias que pueden esclarecer la relación con el mundo de los muertos, citaremos a . "En primer lugar existió, realmente, el Caos. [...] Del Caos nacieron y la negra Noche." 10 En la cultura greco-romana el punto de partida del cosmos se reduce simplemente al Caos, pero este caos tiene un aspecto de oscuridad que también viene de las culturas de Próximo Oriente. Es la doble concepción del agua como germinación pero también como morada abisal, por este motivo los monstruos marinos se caracterizan por una infranimalidad que los terrestres no poseen. (11) Así pues el valor creador-destructor del agua proviene de su neutralidad inicial, es un impulso que se puede tornar tanto en creador como en destructor, la diferenciación viene tras la división. Su relación con el más allá tiene que ver con el aspecto diluyente y desintegrador del elemento.

Las divinidades acuáticas, como personificaciones de este elemento tan ambiguo, también tienen un doble carácter, pueden tanto ser benévolas y ayudar, como crear caos y muerte. Ya que hemos mencionado algunas referentes al Creciente Fértil y a Egipto, nos centraremos ahora en algunas propias de la cultura greco-romana, como es el caso de las ninfas, hijas de Nereo y Dóride, hija de Océano, "río perfecto" 12. Las ninfas o nereidas son personificaciones de las diversas fuentes de agua, las cuales llevan atributos que las identifican y que participan en las epopeyas y en la taumaturgia, normalmente son madres de héroes como es el caso de Tetis, madre de Aquiles. (Fig. 6 y 7) Hesiodo las denomina Oceánidas, puesto que descienden de Océano, y por lo tanto se refiere a ninfas neptúnicas por excelencia.

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Son diosas del nacimiento y la fertilidad, se dedican a educar a los niños y por ello se las hace madres de los héroes, pero también se las relaciona con el rapto de niños o incluso su asesinato, por lo que aquí vemos su contrapartida caprichosa y caótica. El apogeo del poder de estas divinidades femeninas se atribuye a la mitad del día, momento en el al visualizar una, se puede producir en la persona un estado ninfoléptico. 13 Salvo a las nereidas, al resto de ninfas se las relaciona con fuentes, ríos y grutas, sobre todo esto último, y cabe señalar que el concepto de la gruta en sí mismo resalta el carácter de diosas de la fertilidad que se les atribuye.

Vemos que en la propia Teogonía, Hesiodo nos explica también la creación de ríos, tales como el Aqueloo y el Escamandro, y también este aspecto de las ninfas como madres de los hombres, concretamente de los héroes.

Tetis, con el Océano dio a luz a los voraginosos Ríos: el Nilo, el Alfeo, el Erídano, de profundos torbellinos; el Estrimón, el Meandro, el Istro, de bellas corrientes; el Fasis, el Reso, el Aqueloo, de plateados remolinos; el Neso, el Rodio, el Haliácmon, el Hectáporo, el Gránico, el Esepo, el divino Simunte, el Peneo, el Hermo, el Ceco, de hermosa corriente; el Gran Sangrario, el Ladón, el Partenio, el Eveno, el Ardesco y el divino Escamandro.

También engendró una sagrada estirpe de hijas en la tierra con el tatuaje del soberano Apolo y de los Ríos, educan a los niños para que sean hombres por haber recibido de Zeus esta misión [...]

Como ejemplo hemos escogido una imagen que representa a Heracles devolviéndole el cuerno al río Aqueloo. (Fig. 8) Una representación usual para los ríos es en forma de toro, lo que señala la potencia fluvial de los ríos y también el carácter de fertilidad; también se pueden ver los ríos personificados en serpientes, igualmente por el carácter de fertilidad que se le confiere al animal. En este caso Heracles, llega a Calidón y pretende desposar a Deyanira, hija de Eneo, la cual está siendo cortejada por el dios del río. Para vencerlo Heracles le desposee de uno de sus cuernos y así desposa a Deyanira, tras esto, le devuelve el cuerno al río pero solo a cambio del cuerno de Amaltea, o cuerno de la abundancia.

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Vemos de este modo que las fuentes de donde brota el agua, bien sean ríos, arroyos, grutas tienen todo el poder germinativo y creador del agua primordial. Por ejemplo, en el caso de la curación por una de estas fuentes, lo que se busca es:

[...] la regeneración del enfermo al contacto con el agua creadora, ya que el agua absorbe el mal del enfermo por su poder de "asimilación y desintegración de todas las formas. [...]

A esta multivalencia religiosa del agua corresponde en la historia un gran número de cultos y de ritos acumulados en torno a las fuentes, los arroyos y los ríos. Cultos que en primer lugar se deben al valor sagrado que tiene el agua como elemento cosmogónico, pero también a epifanías locales, a las manifestaciones de la presencia sagrada en una corriente de agua o en una fuente determinada. (14)

En contrapartida a estas divinidades menores, tenemos por encima de ellas a Poseidón, (fig. 9) con este, el carácter femenino y ondulante del agua cambia hacia un sentido masculino, el mar embravecido, tal y como cita Hesiodo "recorre la tierra sacudiéndola" (15). No obstante toda la potencia y virilidad del mar va a acompañada normalmente de un séquito, o "thieso", compuesto por hipocampos, ictiocentauros, tritones, nereidas, delfines y Poseidón y su consorte Anfítrite regentándolo.

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De este modo, aunque se busca la representación de la fuerza viril y fecundadora del mar, también entra en juego la parte femenina, grácil y más benévola quizás, aunque también manipuladora, cuya función es apaciguar la brutalidad del dios y sus hijos. De este modo Anfítrite calma a Poseidón, como las nereidas lo hacen con los ictocentauros y los tritones. (16) Un atributo del que además no nos podemos olvidar es el tridente con el que se representa al dios del mar, que hace alusión a las dentaduras de los monstruos marinos. (17)

Para resumirlo en un rasgo general, podemos decir que tanto las aguas como sus divinidades, contienen aspectos ambiguos, o quizás duales, bien sean de género o morales, lo que sí está claro es que en cualquier aspecto el agua representa fertilidad y fecundidad, por lo que no hemos creído conveniente separar este aspecto del resto y lo hemos incluido tanto en este punto como en los siguientes.

La presencia del agua en los ritos funerarios, ya sea física y real como simbólica, es un aspecto común en diferentes civilizaciones. Vamos a ver concretamente el caso de la civilización Egipcia, aunque también haremos una alusión breve a Grecia o a las costumbres funerarias vikingas. Posteriormente continuaremos con el rito de paso al más allá del orfismo para ver una concepción diferente de la presencia o mejor dicho, necesidad del agua para el difunto.

Egipto es una civilización que ya de por sí se caracteriza por la importancia que se le da a la vida ultraterrena más que a la terrena, de ahí que sus creaciones funera-rias sean de las que tenemos más presentes. Concretando fundamentalmente en el tránsito hacia el más allá o Am Duat, tal y como lo denominan los egipcios, un elemento fundamental es la barca solar, ya que el paso al más allá estaba concebido como un ciclo de doce horas en las cuales el difunto era transportado en una barca acompañado de las divinidades. Esto tiene su base en el mito de la muerte y el nacimiento del sol. (Fig. 5) Utilizamos para ilustrarlo la misma imagen que hemos empleado para mostrar a Nun, las aguas primigenias, y otra de las tumbas de Tutmosis III y Amenhotep II, faraones de la XVIII dinastía (1550-1295 a.C.) que representa la primera hora del Am Duat, la más oscura. (Fig. 10)

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Un matiz importante es que aunque la barca navegue por el cuerpo celeste de Nut o por las aguas primigenias de Nun, lo realmente crucial es la navegación en sí misma, puesto que en el paso al más allá, Nut y Nun son dos maneras similares de ver una misma situación, por lo que podemos referirnos también a la correspondencia de las aguas inferiores y las superiores. Recordemos además que, las aguas primigenias, se conciben como una masa informe y sin límites que lo cubre todo.

La importancia de la barca solar reside en las condiciones geográficas del país, ya que la inundación anual del Nilo provocaba que la barca fuese el transporte ideal, facilitando así los desplazamientos por tierra. Esto explicaría además que la rueda fuese un elemento que introdujeron los hicsos e hititas desde oriente y no la descubriesen los propios habitantes del país. Por otra parte, la visión de su cosmogonía influye mucho en el hecho de que este medio de transporte fuese tan relevante incluso para los difuntos, no solo para esta civilización sino para todas aquellas cuya concepción del cosmos en origen es el del caos acuático. Podemos también señalar por ejemplo, que en Grecia, , hijo de y la negra Noche, tenía por misión trasladar a las almas a través de la laguna Estigia; u otro, en la tradición vikinga, la barca que albergaba al difunto, y se incendiaba mientras navegaba a la deriva.

Concretando sobre Egipto de nuevo, cabe señalar, que el tránsito hacia el más allá es un ciclo de regeneración, lo cual coincide perfectamente con uno de los simbolismos más importantes de las aguas primigenias y también del Diluvio; el agua regeneradora que destruye lo creado para dar paso a algo nuevo, puro, limpio, sin mancha.

En cambio, en el Orfismo, la presencia del agua en el más allá pasa de ser un elemento transitable, a ser un aspecto de absoluta necesidad para la salvación del difunto. Las laminillas órficas de oro; que se encuentran desde el siglo IV a.C. hasta el III d.C., aunque las más abundantes son del siglo IV y III a.C.; relatan una geografía del más allá por la cual el difunto debe guiarse y para ello debe conservar la memo-ria de lo que tiene que hacer. Estas instrucciones se escribían en laminillas de oro, símbolo de la perdurabilidad, que se plegaban y se situaban en la boca o el pecho del difunto. (Fig. 11)

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Esto es obra de . Cuando se esté en trance de morirse hacia la bien construida morada del , hay a la diestra una fuente y cerca de ella, erguido, un albo ciprés. Allí, al bajar, las ánimas de los muertos se refrescan. ¡A esa fuente no te allegues ni de cerca un poco! Pero más adelante hallarás, de la laguna de Mnemósine agua que fluye fresca. Y a su orilla hay unos guardianes. Ellos te peguntarán, con sagaz discernimiento, por qué investigas las tinieblas del Hades sombrío. Di: "Hijo de Tierra soy y de Cielo estrellado; de sed estoy seco y me muero. Dadme, pues, enseguida, a beber agua fresca de la laguna de Mnemósine". Y de cierto que consultarán con la reina subterránea y te darán a beber de la laguna de Mnemósine. Así que, una vez que hayas bebido, también tú te irás por la sagrada vía por la que los demás iniciados y bacos avanzan, gloriosos. (Laminilla de Hiponio c.a 400 a.C. Museo Archeologico Statale di Vibo. Primera Edición, Pugliese Carratelli 1974, 108s.) (18)

Vemos que en el orfismo podemos diferenciar entre dos tipos de fuentes, una que produce la amnesia del difunto y que lo condena a reencarnarse en una vida terrena de nuevo, lo que para los practicantes de este culto sería el infierno. Y otra fuente, por la que el difunto, sacia su sed y consigue llegar a la diosa del Hades, Perséfone, quien decidirá si es un alma digna de disfrutar de las delicias de su reino o no.

Como no estamos tratando únicamente del orfismo en este análisis, y lo relevante es explicar el simbolismo que se le da al agua en este tránsito, expondremos brevemente que este culto se sustenta en el mito de Orfeo y en el mito de los titanes y la creación del hombre. Vemos que el agua juega un papel fundamental, es muy común desde la antigüedad que el alma, al pasar al más allá tenga sed, mientras el muerto espera su vuelta al ciclo cósmico, lo que conocemos como transmigración, su alma sufre y esto se expresa a través de la sed. El terror de la sed del muerto ha sido mucho más frecuente en zonas donde la aridez y la sequedad predominaban, "las aguas calman la sed del muerto, lo disuelven, lo vinculan a las semillas; el agua mata al muerto aboliendo definitivamente su condición humana, que el infierno, en cambio, le conserva [...]"(19)

De este modo vemos como la función disolutiva y regeneradora del agua de nue-vo, pero no solo eso, también el simbolismo del agua como memoria, como conocimiento y como identidad del individuo. Un hombre sin memoria, es un hombre muerto, y todo aquello que pudiera recordar le hace ser quien es, por ello, el mantenimiento de la memoria en el más allá es importante y esto viene simbolizado por el agua, porque ésta en sí es eternidad y, la eternidad del cosmos, implica una memoria también eterna.

Coincide en Egipto, el acto de dar libaciones a los difuntos, pero esto se llevaba a cabo sencillamente por el hecho de que se creía firmemente que el alma del muerto pasaba sed y hambre en el más allá si no se le hacían ofrendas, de modo que carece el matiz del agua como memoria y conocimiento.

Las aguas purifican y regeneran porque anulan "la historia", porque restauran - aunque solo sea momentáneamente - la integridad original. (20)

En la Antigüedad ya se hacían inmersiones en el agua con diversos objetivos, por ejemplo la curación de enfermos o la regeneración del poder de las estatuas de los dioses, lo que llamaríamos el rito del baño sagrado. En este normalmente se sumergían divinidades femeninas, diosas madre, cretenses o fenicias, aunque en Grecia también encontramos esta tradición con las diosas , Afrodita o . En el cristianismo, desde el siglo XIII encontramos la tradición de la inmersión de crucifijos o imágenes de la Virgen María o incluso algún santo para conseguir lluvia, aunque la Iglesia se opuso en los siglos XIX y XX a estas tradiciones. A rasgos generales, vemos que las inmersiones simbolizan la purificación y la regeneración.

La inmersión en el agua simboliza la regresión a lo preformal, la regeneración total, el volver a nacer, porque equivale a una disolución de las formas, a una reintegración en el modo indiferenciado de la preexistencia; la salida de las aguas reproduce el gesto cosmogónico de la manifestación formal. El contacto con el agua implica siempre regeneración; de un lado porque la disolución va siempre seguida de un "nuevo nacimiento" por un ritual iniciático, porque la inmersión fertiliza y aumenta el potencial de vida y de creación. (21)

La inmersión equivale a nivel del hombre a una muerte iniciática y a nivel cosmológico a la catástrofe, es decir, el Diluvio. No obstante, nosotros vamos a centrarnos en el rito del bautismo cristiano, ya que no solo tiene este simbolismo, sino que también le añade nuevas valencias religiosas, que son la redención del alma y el perdón de los pecados. Desde siempre al hombre le ha preocupado su porvenir, tanto en vida como en muerte; en el cristianismo toma importancia la curación y salvación del alma y la perdurabilidad del individuo después de la muerte.

Ya en la creación del mundo y del hombre, el agua es un elemento que toma relevancia, ya que son las primeras en generar vida, y por otra parte, aunque la materia que forma al hombre es la tierra, también es necesario que ésta, esté húmeda. Además el agua adquiere la virtud santificadora porque el Espíritu se la otorga por sus cualidades fecundadoras. "Os rociaré con aguas puras y seréis puros" (Ez. 36, 25)

En el agua bautismal, la inmersión equivale al enterramiento de Cristo. "Brotará una fuente para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, a fin de borrar sus pecados y sus manchas" (Za. 13, 1) "El bautismo de arrepentimiento para la remi-sión de los pecados" (Lc. 3,3) Si Cristo, vino a morir para purgar nuestras culpas y lograr la eternidad para nuestras almas, el bautismo es una representación de esa misma muerte en la que nos sumergimos para salir limpios y puros.

Por el bautismo hemos sido, pues, enterrados con él para la muerte, a fin de que así, como Cristo resucitó de entre los muertos para la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida. Porque si por imitación hemos participado en su muerte, así también participaremos de su resurrección. (Rom. 6, 4)

De este mismo modo, podemos afirmar que el bautismo del propio Cristo, es una prefiguración de su propio destino, y de su sacrificio posterior. (Fig. 12) Hemos elegido el mosaico del Baptisterio de los Arrianos en Rávena, Italia, junto a la iglesia del Espíritu Santo, mandada construir, al igual que el baptisterio por el rey ostrogodo Teodorico el Grande a fines del siglo IV. La obra, nos representa el bautismo de Cristo, y también la Trinidad, ya que vemos al padre personificado, a Cristo siendo bautizado y al Espíritu Santo descendiendo sobre la cabeza del Jesús. Así mismo, la escena está rodeada por los apóstoles, cada uno de ellos con sus características singulares.

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Vemos que la forma en la que se representa el bautismo en el mosaico, es la misma en la que se bautizaba a los niños en aquella época. Se sumergían hasta la cintura en unas pilas bautismales y luego se les echaba el agua sobre la cabeza. Ya en el Antiguo Testamento se utiliza este rito como señal de penitencia: "El que haya quemado a la novilla lavará también sus vestidos y su cuerpo con agua y será impuro hasta la tarde". (Num. 19,8) En el evangelio de Mateo, Jesús se somete a este rito y lo convierte en un requisito de entrada al reino de los cielos. "Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Id pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28, 18-19)

En definitiva, lo que en la antigüedad sanaba el cuerpo, dentro de la doctrina cris-tiana cura el alma, y si el agua aseguraba la salud en el tiempo, con el bautismo procura la perdurabilidad de la vida, es decir, la eternidad. (22)

1 ELIADE M.; Tratado de historia de las religiones I, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1974. P. 232

2 Debemos señalar que no dedicamos a este aspecto un apartado en concreto puesto que el carácter de fertilidad y fecundidad lo encontramos en los tres, con matices distintos y ámbitos también diferentes, pero siempre presen-tando ese mismo aspecto de germinación.

3 ELIADE M.; Tratado de historia de las religiones I, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1974. P. 225.

4 Sin embargo no quiere decir que en los propios vasos el significado de esa decoración sea el agua, que no lo es, sin embargo es un detalle que señala Mircea Eliade en el mismo manual citado anteriormente. P.223

5 Fragmento del Enuma Elish. MARCOS CASQUERO M-A.; Ecos de arcaicas cosmogonías acuáticas en el ocaso del mundo medieval. Ilu. Revista de Ciencias de las Religiones 2008, 13 91-118. P.92

6 HART G. Mitos Egipcios. Akal. Madrid, 2003. P. 11

7 Debo advertir que tal y como he investigado, no es conveniente leer ni entender los Textos de las Pirámides por separado, sino verlos como un conjunto global. Los fragmentos que he decidido citar son única y exclusivamente para cumplir la función de ilustrar con fuentes primarias que a Nun se la relaciona con el inframundo.

8 Los Textos de las Pirámides P.58

9 Ibíd. P. 103

10 HESIODO; Teogonía, Clasicos de Grecia y Roma, Alianza Editorial, Madrid, 2008.

11 CIRLOT 1992, p. 344. Oscuridad: Identificada con la materia, con lo maternal y germinal; es anterior a la dife-renciación de lo concreto. El dualismo luz-tinieblas no aparece como la formulación de un simbolismo moral hasta que la oscuridad primordial se ha dividido en luminosidad y sombras. Así el concepto puro de dicha oscuridad no se identifica con lo tenebroso; contrariamente sí, corresponde al caos primigenio.// TOLEDO TOLEDO D.; El mito del caos primigenio y su vínculo con las cosmogonías filosóficas de Tales y Anaximandro de Mileto. Stoa, Vol 2, No 4, 2011, pp. 55-78

12 HESIODO; Ibíd., p.40

13 ELIADE M.; Tratado de historia de las religiones I, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1974. P. 238-240.

14 Ibíd. P. 228 y 234.

15 HESIODO; Teogonía, Clasicos de Grecia y Roma, Alianza Editorial, p.30

16 RODRIGUEZ LOPEZ M.I.; El poder del mar: El "Thiasos" marino, Espacio tiempo y forma, Serie II, Historia Antigua, t.11, 1998, pp. 159-184.

17 ELIADE M.; Tratado de historia de las Religiones I, Ediciones Clásicas, pp. 240-242.

18 BERNABÉ A., JIMENEZ SAN CRISTÓBAL A.I.; Instrucciones para el más allá. Las laminillas órficas de oro, Ediciones Clásicas, Madrid, 2001, pp. 25-26.

19 ELIADE M.; Tratado de historia de las religiones I, Ediciones Clásicas, 1974, p. 232

20 Ibíd. P. 229. Este aspecto está relacionado con el hecho de que se considere a las aguas como vida y muerte, puesto que simbolizan una vuelta a las aguas primordiales. De ahí que una mujer del pueblo Carelio se arrodille junto a ellas para rezar y pedirles hijos, pero también se ahogase en las aguas a los hijos bastardos, puesto que estos volvían al agua primordial de la que habían salido.

21 Ibíd. Pp. 222-223.

22 ELIADE M.; Tratado de historia de las religiones I, Ediciones Clásicas, 1974, p. 231.

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Fuente: Revista del SCG 33 para España "Zenit"

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