Revista América Latina

Simón Bolívar, Trinidad y la independencia de Cuba

Publicado el 09 junio 2014 por Yohan Yohan González Duany @cubanoinsular19

José Aniceto Iznaga, independentista trinitario que se entrevisto con Simón Bolívar para que este enviara sus tropas libertadora a tierras cubanas.

José Aniceto Iznaga, independentista trinitario que se entrevisto con Simón Bolívar para que este enviara sus tropas libertadora a tierras cubanas.

Por Humberto Cardoso

Durante el proceso independentista de América Latina llevado a cabo, entre otras figuras, por El Libertador Simón Bolívar, éste trazo un plan para liberar el territorio cubano de las manos coloniales españolas. Dicho plan estaba apoyado por importantes figuras del criollaje cubano e hijos de ricos terratenientes de región central, quienes querían independizarse del Imperio Español siguiendo el camino trazado por las colonias hermanas de sur americano. Entre estos personajes estuvieron hijos de las fértiles tierras trinitarias, uno de ellos tuvo el honor de entrevistarse con el mismísimo Simón Bolívar en persona. 

Ideas pro-independentistas y pro-bolivarianas

Desde la década de 1820 el movimiento independentista y pro-bolivariano comenzó a sentirse con fuerza en Cuba, llegando sus ideas a suelo trinitario. Durante la Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar, el Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba, Francisco Dionisio Vives, le escribe al Ministro de Gobernación del reino español comunicándole el asunto:

en la ciudad de Matanzas y en la de Trinidad, se ha empezado sumariamente [a proceder al respecto] y tal vez se descubrirá más de lo que se cree.

En 1822 aparece en la Plaza del Mercado, aledaña a la de Carrillo, el primer pasquín político que se conoce en la isla de Cuba que, con presuntas faltas de ortografías a fin de tender un manto sobre el verdadero origen de aquellas letras, reclamaba el fin del colonialismo en la Isla:

Biba la Independencia por la razón o la fuerza. Señor Ayuntamiento de Trinidad yndependencia o muerte.

En 1825 dos trinitarios, José Antonio Iznaga y Roque de Lara, se encuentran entre los firmantes del acta fundadora de la Junta Promotora de la Libertad Cubana, rubricada en Ciudad de México con el apoyo de los triunfantes independentistas mexicanos y de su propio presidente, Guadalupe Victoria. Las labores de esta Junta encontraron la oposición norteamericana, a quienes que no le convenía una abolición cubana de la esclavitud porque podía incentivar a confrontaciones en el sur de la Unión.

Simón Bolívar, los Iznaga y la independencia de Cuba

Otra muestra del apoyó trinitario a la causa independentista cubana la escenificaron dos hijos de la aristocrática familia Iznaga, José Antonio y Antonio Abad, quienes también apoyaron las tareas independentistas mexicanas por una Cuba Libre y además se entrevistaron en varias ocasiones con hombres cercanos a El Libertador Simón Bolívar para que éste apoyase una insurrección armada en la Isla de Cuba. Tal fue el esfuerzo realizado por tan valientes patriotas que en los primeros meses de 1825 Bolívar dio su aprobación a la empresa libertadora, contando con la ayuda de México y la activa participación de los emigrados cubanos. Según el testimonio de Izanaga:

Simón Bolívar, en su gran imaginación y en su gran ambición de guerrero emancipador, abrió el grandioso propósito de invadir con sus huestes a Cuba, y la geografía y la política le obligaban a darse la mano en las Antillas con las legiones de México, obedeciendo a las mismas urgentes e indeclinables necesidades que lo hicieron trasponer los Andes y unirse al ejército argentino-chileno en el litoral del Ecuador. Cuba era y tenía que ser, sobre todo, para Colombia y México lo que fué el Perú para el hemisferio del Sur; el punto de apoyo desde donde España, vencida pero no domada, intentaría la conquista de sus colonias. Colombia y México, por lo mismo, guiados por el instinto de conservación, reconocieron que tenían que luchar juntas, en los campos de Cuba y Puerto Rico. Bolívar en su exaltada fantasía, no limitaba su grandioso programa a la emancipación de las Antillas, fué más lejos y soñó hasta con invadir la misma España, para imponer por la fuerza el reconocimiento de la independencia de las nuevas repúblicas.

En febrero de 1827, el general Briceño Méndez, aconsejado por su secretario, el principeño Fructuoso del Castillo, así como el general Montilla, le extienden cartas de presentación a José Aniceto para los allegados de El Libertador, ahora en Caracas, en particular a su secretario, Revenga. A esta nueva gestión, como era de esperarse, se une Francisco Javier Yanes, así como otros influyentes miembros del gobierno y del estado en Caracas. Revenga, por su parte, concertó la entrevista entre Bolívar e Iznaga, siendo tratado el trinitario con mucha afabilidad e interés. La entrevista duraría más de una hora, concluyendo con una cena a la que Bolívar invitó a Iznaga.

El cubano le presentó sus argumentos militares: la factibilidad de atacar a la Cuba española, entregándole un estado de las defensas de la Isla, con sólo unos 4.500 hombres del ejército regular según él. Por otro lado, desde el punto de vista político, le indicó a El Libertador el deseo de los cubanos de imitar y secundar a la América insurreccionada, con el apoyo de la Gran Colombia y, para concluir, le argumentó el plan del grupo villareño-principeño liderado por él.

José Aniceto Iznaga se dirige por última vez a Simón Bolívar, en carta de 27 de marzo de 1827, fechada en esa misma ciudad colombiana. En ésta le informa que se ha visto en la necesidad de disolver la reunión de cubanos que aquí se hallaban existiendo a expensas mías, catalogando el hecho como dura necesidad por la carencia de fondos, pues ni los míos  en particular [refiriéndose a su riqueza personal] bastaban para llenar este objeto. A ello añade que:

ni han concurrido (…), como debían muchas de las personas interesadas en el asunto, y que podían contribuir a darle alma.

Y este hombre, riquísimo de cuna e integrante de una de las familias más poderosas de la Isla, como bien sabía ya Bolívar, le dice muy humildemente:

¿Yo, por mi parte, Excmo. Señor, estoy dispuesto a permanecer aquí por si las circunstancias variaren, o V.E. tiene a bien emplearme en algo?

Bolívar, le reiteró a Iznaga lo que éste conocía sobradamente, la oposición declarada de Gran Bretaña y los Estados Unidos a que se invadiesen las islas de Cuba y de Puerto Rico, impedimento que el Libertador consideraba prácticamente insuperable entonces. Por otro lado estaban los grandes azucareros que consideran una mejor opción para la Isla, al anexión a los estados esclavistas del sur de los Estados Unidos. Sin embargo, este último añadió a seguidas que libres Cuba y Puerto Rico, la Gran Colombia no tendría que temer a las armas españolas y estaría tranquila, reduciría su ejército considerablemente y establecería un plan de economía que disminuyese los gastos, debiendo, además, contar con los auxilios que pudieran prestarle Cuba y Puerto Rico libres concluyendo con vehemencia El Libertador:

Si los cubanos proclamasen su independencia, presentando siquiera un simulacro de gobierno, y pidiesen entonces auxilio al Gobierno de Colombia, entonces ni el Gobierno de Inglaterra ni el de los Estados Unidos se opondrían, ni aunque se opusieran Colombia se detendría.

Los planes conspirativos nunca se llevaron al campo de batalla como bien es sabido, ni pudo la espada libertadora de Bolívar brillar en tierra cubana, no porque este no quisiese ni porque hijos de esta patria nuestra no estuviesen dispuestos a dar su vida por verla libres, sino por el fantasma estadounidense que no deseaba la independencia de Cuba sino su anexión a los territorio de la Unión. A pesar de todo las gestiones contribuyeron a forjar el camino hacia la independencia de la Isla y en cuyas labores valientes trinitarios estuvieron presentes como muestra de sus deseos de ver una Cuba Libre.


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