Os comentamos, al poco de volver de las vacaciones de verano, que una de nosotras estaba de obras en su lugar de trabajo... El espacio del mismo se ha dividido en dos; ha habido que vaciar, limpiar, tirar... para reubicar mesas, archivos, expedientes... en algo más de la mitad de metros. Meses, y no exageramos, se ha tardado en revisar una a una cada carpeta, para seleccionar la información importante de la superflua, y deshacernos de tanto papel innecesario (por supuesto, debidamente reciclado) que no hacía otra cosa que ocupar y ocupar espacio. Eso es lo que pasa cuando éste sobra; que empiezas a guardar sin medida, hasta que llega el día en que no queda un resquicio sin llenar. Por supuesto, han aparecido cosas completamente olvidadas, entre ellas, varios maletines de madera para pinturas de diferentes tamaños, de alguna época pictórica que tuvimos. Y así, como tras la tempestad viene la calma, tras el horror que supone una mudanza, llega la deseada hora de decorar bonitos rincones, incluso en la oficina. Esas simples cajas de madera, junto a algunas nuevas plantas que hemos adquirido, nos han permitido componer un encantador bodegón bajo la ventana, que hará más llevadero el trabajo nuestro de cada día. Ah, por cierto, enamoradas de nuestra nueva regadera; un flechazo total del gigante sueco...
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Después de reciclar cajones como cajas, cajas como estanterías... Hoy le rendimos homenaje decorativo a las cajas como cajas... ¡Porque ellas lo valen!