Revista Coaching

Simplemente sintiendo

Por Mbbp

SIMPLEMENTE SINTIENDO

Brrrrrrr… pooooooooooffffffffff” exclamé mientras ponía una mueca divertida ante sus pequeños y asombrados ojos y comenzó a reir, con cara de alegría! Me tomó el dedo con sus minúsculos deditos, lo apretó fuertemente y cerró sus ojitos, puso cara de satisfacción y se quedó plácidamente dormida! Moví mi mano mientras que ella giraba su cebecita pelona siguiendo con atención cada uno de mis movimientos! Sonó la puerta y ante su asombro y susto, comenzó a llorar! La apoyé en mi hombro y con la mano, suavemente, acariciaba lentamente su cabecita, cerro sus ojitos… y se puso tranquilamente a dormir! Tomé cariñosamente con mi mano uno de sus minúsculos piececitos y comenzó a patalear, a mover sus manitas y a reir a carcajadas! Mi dedos se pasearon por su pequeño y perfecto rostro de niña, acaricié su naricita, sus pequeños labios… y empezó a sonreir, mientras miraba mis ojos y descubría en ellos mi simple felicidad!

Hoy mi hija tiene ya 11 años y qué lejos quedan esos recuerdos y sensaciones de mi vida con ella! Me da que pensar en cómo pasa el tiempo y cuántos momentos tuve la fortuna de compartir con ella en sus inicios ante esta vida llena de sorpresas! Y, por otro lado, hoy que ya es mayor, cuántas de todas esas emociones ya solo guarda en su interior, precisamente porque se cree mayor! Ahora ha aprendido lo conveniente, a hacer lo que se espera de ella… y a desconfiar de ella misma y de las oportunidades que le trae la vida! Hoy ya no se sorprende ante lo nuevo y lo sorprendente con la ilusión con que lo sentía hace ya unos cuantos años! Hoy analiza, examina, disecciona su realidad circundante y, después de pensar, reacciona ante ello! Cada una de sus emociones antes espontáneas son tamizadas por su razón! Solo en momentos en que está sola, desata su corazón y la oigo cantar, reir sola, incluso hablar con algún duende invisible, que le recuerda como en realidad aún es y siente!

Qué facil es la vida de un bebé! A cada instante siente lo que siente y actúa inmediatamente en respuesta a eso! No se guarda ninguna emoción para después, ni las filtra en su mente para analizar si es conveniente o no su reacción! Pienso ahora que los adultos hemos perdido esa enorme capacidad de sentir lo que sentimos, de sorprendernos ante lo que nos rodea y, por tanto, de mirar nuestra vida con ilusión y sin temor! Las sonrisas, las lágrimas, la tristeza, la felicidad, las sopesamos en cuanto las sentimos y, según la circunstancias de cada momento, las expresamos o las guardamos en nuestro interior, esperando la mejor ocasión! Solo ante la soledad con nosotros mismos, sin espectadores y sin nada que perder, nos exponemos a esas emociones, las sentimos intensamente tal cual son! Nuestro corazón se conmueve, se alegra, se tranquiliza o se entristece… y nos recuerda que estamos vivos!

Sin duda los niños nos enseñan el maravilloso valor del “hoy”. En él sienten, expresan, manifiestan toda emoción que inunda su corazón! No la comparan con su ayer inexistente, ni se guardan nada para un mañana que no saben siquiera si llegará! Nosotros los adultos, sus mayores, estamos acostumbrados a comparar, a deducir, a comprobar todo eso que sentimos y experimentamos en nuestro día a día! Eso, precisamente, nos priva de sentir y vivir el hoy! Y esa manera “adulta” de proceder, dilata nuestras reacciones, inhibe nuestro corazón y nos hace gastar una energía enorme para ocultar, matizar, incluso renunciar a lo que sentimos a cada instante! Así hemos perdido la inocencia, la capacidad de ilusionarnos por nuestra vida y, lo que es peor, de experimentar la felicidad tal cual es! A cambio, hemos creado una felicidad presuntamente adulta o madura, en la que todo lo que sentimos no cuenta, solo consideramos lo que queremos sentir, lo que creemos es conveniente… y dejamos lo que somos en realidad y sentimos, para un momento mejor, sin saber siquiera si llegará! Ya no vivimos nuestras emociones interiores e intensas, sino que con ellas hemos fabricado sentimientos razonables y alejados de nuestra realidad!

La felicidad -la nuestra y la de cualquier niño- es algo que fluye desde el Alma cuando nos sentimos bien, alegres y contentos, sin más! Tiene poco que ver con esa otra felicidad artificial que pensamos que un día por fortuna llegará a nuestra vida! Cada emoción que tenemos en el “ahora”, si tenemos el valor de no juzgarla ni valorarla, nos trae esa sensación de felicidad! Cuánto deberíamos aprender de nuestros hijos y cuánto nos falta aún por recorrer en la vida para llegar a sentir -o volver a sentir- lo que sentimos en cada momento y así recobrar nuestra verdadera felicidad!

 

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