La Rosaleda ha vivido el que pude ser el peor partido de la temporada. Otra goleada más, y van… Ni el Atlético de Madrid ni el Málaga han desplegado un fútbol, siquiera, decente, pero la efectividad de los colchoneros pusieron el broche al resultado, jugando a medio gas, e incluso permitiéndose el lujo de reservarse a Forlán, y sustituir al Kun y Reyes.
Simao lució brazalete de capitán en el que será, probablemente, su último partido liguero con el Atlético. También dio dos asistencias para que Tiago batiera a Rubén de cabeza. El tercero también fue de cabeza, del canterano Domínguez, que remató a placer ante la pasividad de la defensa. Tres goles encajados en jugadas de estrategia, que dejaron en evidencia a los zagueros malaguistas. Y eso que Pellegrini señaló directamente a Weligton -por la goleada encajada en Alicante- y se quedó fuera de la convocatoria (hasta ahora había jugado completos todos los partidos). Le sustituyó Hélder Rosario, que no jugaba desde el último partido de Liga del año pasado, ante el Real Madrid.
La afición abandonó el estadio muy pronto, dejando al final un aforo muy pobre, propio de un partido de Segunda B. Los pitos, cánticos y pañoladas se cebaron con los jugadores. A pesar de los 17 millones de euros invertidos, el bloque que está usando Pellegrini es, mayoritariamente, el mismo que el año pasado.
Así, el Málaga se marchará a las vacaciones de Navidad en puestos de descenso, con un juego pobre, pocos argumentos esperanzadores y necesitando varios refuerzos urgentes. A la vuelta esperará el Sporting en un duelo directo, muy peligroso.