Revista Sociedad

"Sin destino", de Imre Kertész. Adaptación cinematográfica de Lajos Koltai

Publicado el 28 marzo 2014 por Sorijonatan @sorianojonatan
Pensar en el tema del nazismo nunca debe convertirse en un acto de cotidianeidad. Es una cuestión en la que, bien en libro o bien en película, nunca debe darse por sabido nada ni creerse uno mismo gran conocedor de lo que ocurrió en este contexto concreto de la historia. El periodista y escritor húngaro, Imre Kertész, deja constancia de ello en su primera novela (Sin destino, 1975), que en el año 2005 llegaría al cine de la mano de su compatriota Lajos Koltai

Cartel del film (filmaffinity.com)

El autor, que fue deportado con 15 años a los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald, sitúa su ópera prima lejos del relato autobiográfico. Claramente basándose en sus experiencias y recuerdos, construye una historia completamente nueva, con personajes ficticios, en entornos concretos y reales como los propios campos de concentración de Auschwitz, Buchenwald y Zeitz. 
"Sin destino" no pretende hablar sobre el valor histórico de un adolescente húngaro que es deportado a diferentes campos de concentración. Centra su objetivo en la búsqueda del valor de lo cotidiano aún en medio de uno de los lugares más inhóspitos que ha concebido la historia de la humanidad. Kertész destaca la manera en la que sobrevive la rutina en 'la boca del lobo'. Resalta el pequeño detalle y busca constantemente su descripción. 
Así pues, sus escenas no se concentran en las negras columnas que humean de las chimeneas del campo, ni en trenes abarrotados de miradas confusas y perdidas, sino que son actos como abrir una lata de jamón cocido cuando ya no quedan fuerzas, o retratar la extraña evolución que ha ido padeciendo el cuerpo del protagonista sin abandonar su uniforme a rayas
Una historia que reflexiona también en las consecuencias después del horror del holocausto. Lo hace desde el punto de vista de la necesidad de no olvidar jamás lo sucedido por tal de que el recuerdo forme parte de nuestra historia y podamos recurrir a él cómo objeto de prevención y autodefensa. Tanto a nivel colectivo como individual. Nunca deben olvidarse los errores, puesto que en la memoria y en la experiencia está el conocimiento de las cosas, y cuando conocemos avanzamos un paso hacia la libertad. Las consecuencias del olvido pueden ser tan dañinas como los precedentes que arrastramos tras nuestros pasos.

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