Revista América Latina

Sin euforia, sin nostalgia, sin nada

Publicado el 11 enero 2017 por Jmartoranoster

Carola Chávez


Sin euforia, sin nostalgia, sin nada

Mercedes Chacín*

Las Elecciones Regionales 2008 se pueden calificar de cualquier cosa menos de aburridas. Con una campaña electoral de dos meses los candidatos parecían participar en una carrera contra el tiempo. Veamos. Lo primero que vimos rodar fue al candidato “insignia” de la oposición. De nada valieron los viajes al exterior con performances aeroportuarios incluidos. Hay amores que matan, dijo el pequeño líder de la derecha, pensando en su mamá. Otra hija destacó en el centro del país porque renegó de su padre por casi dos meses. Mientras ella renegaba de su padre biológico, su contrincante hacia todo lo contrario: su campaña se basó en nombrar a diestra y siniestra a su padre político.Hacia el Litoral vimos a un ex ministro de la IV que cree que su triunfo será lo más importante que pasará en esa zona en décadas: Vargas dará la sorpresa del siglo el 23-N. Votando por el, claro. En la tierra ardiente y del tambor faltaron días para inaugurar obras. Comentan los mirandinos que fue tal la ausencia de obras en cuatro años que en dos meses se cuentan por decenas diarias. Lo otro curioso fue que alcaldes sin derecho a reelección se esmeraron. En lugar de recoger la basura se dedicaron a inaugurar obras. Lo que en Caracas no se hizo en ocho años se remató en dos meses. Más vale tarde que nunca, decimos no obstante los caraqueños.Si usted es de los electores faranduleros, tiene varias opciones: cantantes, actores y actrices, humoristas y periodistas. La “campaña admirable” no sólo la cumplió el Presidente de la República, hubo periodistas y humoristas esforzadísimos en las regiones, aupando a sus opciones. Detrás de las risas y las noticias también se encuentran votos.Y si a usted le gustan las emociones fuertes tiene la opción de candidatos fugados, presos por narcotraficantes o sencillamente desgraciados. De todo como en botica. Los dueños de encuestadoras, como diría Eduardo Semtei, hicieron su agosto en noviembre. Hay alcaldías que tendrán varios alcaldes o alcaldesas, tal es la confiabilidad de los instrumentos de medición, que lo único que cuentan son los ceros en sus cuentas corrientes.¿Y los contenidos de la campaña? Un conjunto vacío. Salvo algunas excepciones, nos dejaron otra vez eligiendo entre la IV y la V. ¡Qué viva la democracia!*Periodista
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“Llegué sin euforia, me voy sin nostalgia”. Así se despide de la presidencia de la Asamblea Nacional el hombre que hace un año, encaramado en una tarima, se deshacía en morisquetas: sacando la lengua, torciendo los ojos, pasándose el dedo por el pellejero de su pescuezo arrugado en señal de “están muertos, chavomaduristas”. El mismo que, unos días después, se dejó grabar mientras dirigía el retiro de los retratos de Bolívar y Chávez del la sede la de Asamblea. “Me sacan esa vaina de aquí” –decía con esa voz romulera, con esa finura que le sacó los colores a su esposa Diana, la llamada Primera Dama de la AN, la reina del glamour democrático y libertario. Y los colores de Diana, amoratados ya, volvieron a salir aquella tarde memorable, cuando el presidente de la AN, con su voz más nasal y más estridente que nunca, intentó dar un poco de vida a una escuálida marcha opositora -valga la redundancia- gritándole al mundo que él tenía un motor arrechísimo, ahí, donde señalaba con sus pulgares mientras meneaba la cadera de adelante hacia atrás, ¡Perrea, perrea! Sin euforia…
Y prometió despacharse a Maduro en seis meses, y volvió locos a los funcionarios del gobierno colombiano solicitándoles una partida de nacimiento cucuteña de Maduro que no existe, al punto de que le contestaron que no fastidiara más. Saboteó el referendum caprilero proponiendo mil salidas sin puertas. Neutralizó a los Leopolderos con una ley de amnistía que daba vergüenza ajena. Tan seguro estaba de que él era el tipo, que en pleno hemiciclo, agitando las manos como bailaora de flamenco, estirando el pescuezo como un morrocoy con sed, advirtió a todos que él era el futuro, eso sí, sin euforia…
Y el tiempo se le fue yendo entre aspavientos, insultos rebuscados, marchas sin convocatoria y tomas que no tomaron nada. En un año, de la Asamblea solo dejó escombros y cenizas. “Llegué sin euforia -miente- y me voy sin nostalgia” – miente otra vez, obligado a ceder el turno a Borges, a quién no pudo volver a birlar, para que presida hoy entre los escombros.
Tropecé-de-nuevo-con-la-misma-piedramente, Julio Borges, inauguró su mandato prometiendo que en los próximos días declararán el abandono de cargo de Maduro. Llegué sin euforia y me voy sin nostalgia, dirá el próximo año, también con las manos vacías.

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