Sin
Identidad de
Rae Mariz. Editorial SM, 2013. Rústica, 272 pp,, 9.95 euros. De 12 a 18 años.
Por José R. Cortés
Criado.
Imaginad un futuro próximo donde todo lo mueve el
dinero, donde el poder quiere grandes consumidores carentes de ideas propias y
habremos llegado al mundo “feliz” de la estadounidense Rae Mariz.
Y es que en la sociedad que describe, hace años, el
gobierno se dio cuenta de que no tenía dinero para pagar la educación. Las
empresas reaccionaron y crearon el Juego, un entorno ideado para los chicos en
el que podemos aprender mediante actividades entretenidas, a nuestro ritmo y
según nuestros intereses. El Juego nos da la libertad que no tenemos en la
calle. A cambio las empresas nos observan para hacer estudios de mercado, ¿a
quién le importa? El sistema nos beneficia a todos: al gobierno, a la economía
y a los estudiantes.
¿Qué debe hacer un estudiante en esta sociedad? Buscar
patrocinadores de una marca que los mantengan y los adulen mientras sirvan al
sistema; llegar a tener un sponsor es estupendo, si consigue más de uno
supermaravilloso. Ese es su cometido, agradar a las grandes firmas y ser
felices en una sociedad infantilizada y consumidora.
Algunas personas no están de acuerdo con el sistema, por
eso aparece un grupo llamado los “sin identidad”, que provocarán un cataclismo,
primero tímidamente, después con mayor intensidad, pero al final el sistema los
absorbe y los utiliza en su propio beneficio.
Esta tristeza de algunos al sentirse utilizados de otra
manera, quizás más sutil, por los patrocinadores no les hace decaer en su
empeño en cambiar las cosas. Siempre, en toda sociedad, habrá idealistas que
quieran cambiar el mundo.
Estamos ante una novela distópica y de conciencia social
dirigida a los jóvenes de más de catorce años en la que se reflexiona sobre esa
nueva modalidad de educación por medio de videojuegos, mientras los
observadores de mercado buscan nuevas tendencias en el consumo.
Cada participante-estudiante tiene su inTouchTM con
el que se comunica con los demás, manda y recibe mensajes, está localizado
permanentemente, le permite el acceso o restricción a determinados
servicios..., es el “gran hermano” que los controla sin darse cuenta, es algo
más que un móvil actual, sin él no hay comunicación y sin él no hay vida.
Algunos aprenden a bloquearle algunas funciones con la idea de dejar de ser
controlados en todo momento, otros temen hacerlo o simplemente no lo desean, no
sienten necesidad de cambiar su situación.
La autora cierra el libro con un hálito de esperanza: “Da
igual que el mundo entero nos observe; da igual que no lo haga. Vamos a seguir
haciendo ruido. Y quizá, solo quizá, algún día consigamos derrotar al Juego”.