Cientos y cientos de miles de argentinos, desde adolescentes hasta jubilados, pasando por laburantes registrados, informales y changarines, coparon, con el calor a cuestas, el centro de Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca, Bariloche. También hubo compatriotas movilizados en España, Italia, Francia, Suiza, Canadá, Alemania, Bélgica, Bolivia, Chile, Brasil y Uruguay. Algo quedó en claro en esta extraña Argentina "libertaria": hay dos proyectos de Nación y ya no existen ni siquiera resquicios para medias tintas, o se está del lado de una República soberana o se está del lado de una republiqueta para los millonarios de adentro y de afuera.
Que el dictamen de mayoría (el del gobierno) haya sido aprobado en comisiones es una vergüenza histórica. No vengan con la "oposición dialoguista" o el radicalismo cordobés, etc. Los números finos no importan, este nuevo gobierno liberal ha llegado tan lejos que ha abierto las aguas: hay dos lados, y quien vote a favor de cualquier medida del DNU o la Ley Ómnibus quedará marcado para siempre. Dicen que 8 de los 16 diputados radicales lo votaron, no hay lugar ni para ellos ni para los "peronistas amigables": "Ningún peronista puede votar esto", dijeron varias veces en la marcha. Pero varios peronistas lo votaron.
Es a todo o nada. No a todo el DNU. No a toda la Ley Ómnibus. Y a recordar qué vota cada uno de los representantes del pueblo.
Nuestra clase viene sufriendo crisis sobre crisis, de un capitalismo periférico y bastante desorganizado, que se sigue mostrando incapaz de satisfacer las condiciones mínimas del pueblo que lo sostiene. Y en estas crisis sucesivas han fallado todos los gobiernos y todas las dirigencias. La sindical no supo estar a la altura desde el 2018 hasta hoy al mediodía. Es demasiado tiempo como para no entender el avance en la conciencia de personajes nefastos e ideas peores.
Más allá de la discusión casi infantiloide del gobierno queriendo instalar números ridículos de concurrencia, el paro de la CGT (que se hizo mediodía y sin cortar la totalidad del transporte) fue masivo, contundente, amplio y exitoso. Se vieron banderas, cuerpos de delegados y base militante de un sin fin de sindicatos (algunos que llevan mucho tiempo sin pisar la calle). A su vez se vieron muchísimos grupos culturales, agrupaciones de base de trabajadores, espacios de lucha feministas, LGBTQ+, hasta estuvo presente de forma muy colorida un contingente de la agrupación “Boca es Pueblo” apoyando la lucha y gritando contra Milei y las SAD en el deporte. A todo eso se sumó la presencia de uno de los espacios sociales que más alto mantuvo el conflicto en estos años: el movimiento piquetero. A su lado estaban las diferentes organizaciones y partidos de izquierda, quienes gozan todavía del crédito de haber estado, gobierne quien gobierne, en la calle luchando contra los ajustes y saqueos que este sistema propone.
¿Es todo esto suficiente para frenar el desastre de las políticas de Milei y (el ya fracasado) Caputo? ¿Sirve de algo asarse al sol de enero en el cemento porteño o rosarino, o neuquino?
La primera de las preguntas no se responde adivinando ni especulando, será la propia disputa política que el pueblo sepa dar la que determinará que pasa con este proyecto ultraliberal (y por ende ultracapitalista) que proponen Milei y (el ya fracasado) Sturzenegger. Es verdad que esa disputa no es solamente callejera, incluye otros espacios por abajo: el barrio, los clubes, las escuelas, cualquier lugar de trabajo, las guardias de los hospitales; cualquier lugar donde entre personas de la misma clase social nos encontremos y tratemos de entablar un mínimo de humanidad, de vínculos sociales que no se rijan únicamente por los valores de la oferta y la demanda. Será allí, como podamos, a veces a los ponchazos pero muchas otras con criterios colectivos y conciencia organizada, que deberemos dar pequeñas disputas que hagan ver que otra forma de encarar este mundo es posible. También para responder esa pregunta, debemos entender que no todo pasa por los espacios propios que habitamos y creamos, sino por un “arriba” institucional, que en este caso se centra en el debate legislativo. El Congreso nacional huele más a runfla mafiosa que a ágora democrático, no tiene nada de popular y las voces que allí se escuchan suelen estar mayoritariamente cantando los mismos temas. El pequeño puñado de legisladores que puedan expresar algo distinto (en la izquierda y en el peronismo) no parecen tener la capacidad de cambiar la suerte popular desde sus bancadas. La segunda pregunta puede suponer respuestas de índole filosóficas o ideológicas, que valen la pena debatir en profundidad, pero que haremos en otro momento.
Decíamos que la marcha fue un éxito y eso se debe no solo al alto acatamiento del paro, sino a que se le puso de forma masiva el cuerpo a una movilización callejera después de mucho tiempo. Y la masividad en muchas provincias e incluso la réplica en capitales del mundo, da muestras de que el argumento de “la casta de millonarios es la que para”, como dijo la poco presentable canciller Mondino. Milei y sus secuaces decidieron que no había lugar para gradualismos y andan a 160km por hora, con los frenos gastados a punto de tomar una curva…Una inflación a los saltos en el macrismo, desbocada en el desastroso gobierno del Frente de Todos y ahora acelerada al mango por Caputo y Milei. Hay precios prohibitivos para el salario de la mayoría trabajadora, para las jubilaciones, para pensionados y personas que reciban algún tipo de asistencia social. La libertad de mercado muestra su cara más honesta: vos podés elegir cada vez más mientras más plata tenés y podés ¿elegir? morirte de hambre si no la tenés.
No está claro que ni nunca es lineal que el éxito de una medida de lucha callejera se traduce en victoria política en otros ámbitos ni niveles. De eso dependerán muchas cosas, entre ellas la capacidad de los sectores de izquierda, progresistas, populares, etc, de no dormirse en los despachos conseguidos, ni encerrarse en los vicios sectarios, sino de redoblar de esfuerzos y creatividad los tiempos que se abrieron, para que la disputa política sea total. Tan total como la derrota que nos quieren imponer.