Sin metro..¡y tú con esas pintas!

Estimado lector. Si a usted le interesa este artículo es porque ha podido disfrutar en el día de hoy de una agradable jornada de huelga del Metro de Madrid. ¿Ha salido de casa a las 7:10 de la mañana con vaqueros pitillo, un archivador lleno de apuntes, un bolso lleno de paraguas y otros cachivaches, y ha vuelto a las 22:00 horas a su casa, después de tres viajes en los que ha tenido que tomar dos trenes, tres autobuses y hasta un helicóptero? ¿Ha caminado usted bajo el sol a 37º y tiene moratones en los brazos por los codazos y empujones que ha recibido por parte de los viajeros 'modo ansia viva on' en el autobús?
No se preocupe, éste es su artículo. En primer lugar, para la próxima vez, no se ponga esos pantalones ajustados. Hay alternativas mucho más saludables, si se es mujer.

Pero no se alarme, no tiene usted porqué enseñar el trasero si no quiere. Puede ponerse unos 'shorts', que, más o menos, hacen la misma función. Si es hombre, unas bermudas, pero si es para ir a trabajar, tendrá que seguir yendo de largo, a no ser que quiera que le miren mal.
En segundo lugar, póngase usted una camiseta de manga corta, de algodón a poder ser. Tampoco hace falta que enseñe nada. Eso sí, asegúrese de haberse lavado y echado desodorante en las zonas oportunas.
Otra cosa, aunque en su trabajo haga frío y en las cafeterías pongan el aire acondicionado a tope, deje usted la rebeca de su abuela en casa: si la lleva, tendrá que guardarla en el bolso con el riesgo de que no cierre (si éste no es muy grande), en cuyo caso tendrá que cargar con ella en sus manos.



Aunque por las noches se desencadenen fuertes tormentas que incluyan lluvia, al día siguiente no lleve usted el paraguas al trabajo. No tiene por qué ser tan precavido. No se asuste: si se moja, no se va a convertir usted en Gremlin (o sí).
Lleve sus cosas en un bolso tipo bandolera y manténgalo donde usted pueda verlo cuando viaje apretujado con desconocidos en los autobuses o trenes de esta maravillosa ciudad.
Por último, calce sus pies con unas sandalias, planas a poder ser, no querrá usted desgraciar a nadie de un pisotón (o sí, lo cual también es muy respetable). También puede quedarse sin fuerzas al final del día y acabar dando un traspié tonto. En cualquier caso, vigile sus pies en el autobús, puede que haya a quien no le importe machacarle una uña y arruinarle la visión sexy de esta parte del cuerpo para todo el verano.

Como Anexo I, se podría añadir llevar en la muñeca una goma de pelo, si se es chica o chico que ha dejado crecer libremente sus cabellos, para recogérselos cuando apriete la canícula y empiece usted a sudar. No querrá echar a perder su peinado, ése que se hizo con mucha dedicación a las 6 y media de la mañana y del cual a las 6 de la tarde ya no queda ni rastro.
El Anexo II remataría esta obra de divulgación recomendándoles a ustedes no llevar nada en las manos: de esta forma podrán sujetarse sin problema a las barras del autobús cuando éste dé un frenazo (o en su defecto puede perfectamente echar usted mano a la rasta que lleva el perroflauta que va también depie, delante de usted). Si tiene usted clase de guitarra, o de turco, o de tiro con arco, deje los apuntes en casa o pida amablemente un folio a sus compañeros. Es más, no vaya usted a clase. Es lo mejor que puede hacer. Declárese en huelga. Tampoco vaya de compras, si no quiere acabar con dos bolsas (o más) en cada mano.

Esperando que estos consejos les sean a ustedes de utilidad, lectores y viajeros fashionistas de los transportes de Madrid, finalizo esta obra que he realizado con todo mi amor. Buenas noches, y buena suerte.