Revista Educación

Sin palabras

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No te entiendo. Y mira que lo intento, pero no te entiendo. No soy capaz de dilucidar qué quieres decir con tus palabras, que parece que no son tuyas, que parece que las has cogido de algún sitio, de un diccionario viejo y polvoriento, y que lo has hecho al azar, de manera inconexa. He leído muchas cosas que rozan el surrealismo, el dadaísmo, el futurismo… palabras nacidas de una escritura automática, colocadas al azar en versos que dan lugares a imágenes sugerentes y atractivas. Pero contigo, qué va. No me encajan las frases una con otras, no me encajan las leyes de coherencia ni de congruencia. No hay imágenes, no hay paisajes, hay solo palabras.

Y lo peor de todo es que debo comulgar con todo este discurso y decirte que sí, que te he entendido. Por que si soy franco, si soy sincero, si te digo -como te lo estoy diciendo ahora- que no te entiendo me meteré en un lío enorme, en un jardín del que me costará salir, por no decir que igual no podré escapar.

Cuando me percaté de que pasaba algo en la comunicación entre tú y yo empecé a documentarme, a buscar información, a tener una mirada de amplias miras y a ser tolerante a mi frustración, a recibir horas y horas de églogas orales sin sentido ni objetivo ni final. Pero qué va, creo que no doy para más, que no soy capaz de encontrar la solución a este dichoso problema de entendimiento.

Vaya problema. El de no entenderte.

Tú me ves en este laberinto del que no puedo salir, y sigues hablando sin parar.

Yo ya me he quedado sin palabras, y eso que no he pronunciado ninguna.


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