Revista Cultura y Ocio
"Quiso la casualidad que el primer día de clase (el día en el que un grupo de profesores mayoritariamente estadounidenses emprendió la educación de 270 jóvenes norcoreanos) cayese en un cuatro de julio, pero a nadie pareció llamarle la atención. No había allí banderas cuajadas de estrellas, ni barbacoas, ni fuegos artificiales. Yo no había enseñado nunca inglés como lengua extranjera, y estaba tan nerviosa como ilusionada. recordé que existían normas sobre atuendo y me puse una blusa de color azul claro, una falda gris de tres cuartos y unos zapatos de tacón bajo. Me habían avisado de que, en general, las mujeres no vestían pantalones en Corea del norte. Es cierto que no recordaba haberlo visto en viajes anteriores a Pyongyang."
La literatura está para descubrirnos nuevos mundos, aunque no siempre son imaginados. Qué duda cabe que aún quedan lugares que se nos antojan tan lejanos que parecen extraídos de la mente de un escritor. Y hay libros que nos los muestran para que no olvidemos que no están tan lejos, sino que simplemente están silenciados. Por eso este libro me llamó la atención desde el primer momento y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Sin ti no hay nosotros.
Suki Kim es una mujer surcoreana que pronto aterrizó en Estados Unidos, estableciendo su vida allí. Sin embargo, y tras haber visitado Corea del Norte y con una familia ligada a la división y aislamiento existente entre ambas coreas, decidió apuntarse como profesora para impartir clases de inglés en una universidad elitista de Corea del norte. Durante su estancia allí fue recogiendo notas, lo cual no deja de ser un riesgo, para relatar en este libro su experiencia.
Este libro es principalmente un testimonio de lo que nadie cuenta. Desde sus primeras páginas la autora nos deja ver las familias que quedaron divididas cuando Corea del Norte impuso una frontera prácticamente infranqueable: amores separados, padres que no volvieron a saber de sus hijos, amigos, vecinos, parientes... dejando de este modo al lector situado en el relato al que poco a poco vamos a ir llegando. Casi podría parecer un texto periodístico, pero la autora consigue hacer de él una novela fácil de leer que resulta a ratos estremecedora. Está llena de momentos en los que nos damos cuenta de lo que significa una dictadura en un país pequeño. Dejamos de lado el concepto de "Gran Lider" que hemos leído ajenos a los que significa realmente vivir en un país en el que su máximo mandatario se refiere a si mismo en esos términos para descubrir un lugar escalofriante. En el país que nos presenta Suki, y pese a que está prácticamente confinada en una prisión de cinco estrellas, como ella misma define a la universidad rodeada de altos muros en la que se encuentra, hay cosas a las que nadie puede escapar. Ciudadanos que son convencidos de que su líder es el que más sabe de absolutamente todo, sus torres las más altas y sus comidas las más sabrosas, y cuyas mentes son manipuladas, a base de miedo descubierto en miradas furtivas, hasta el punto de no dudar de nada de lo que se les dice. Una universidad elitista, con hijos de gente importante, proyecta inmediatamente en la mente de cualquiera un campus lleno de comodidades. Aquí vemos las carencias que tiene esta juventud en cosas tan simples como el manejo de un ordenador. El concepto World Wide Web es muy distinto del real, todo está controlado y para todo lo que se les enseña hay que pasar unas cribas que han de ser aprobadas. Los estudiantes son inocentes para la vida, aunque sus vidas estén sometidas a quien dista mucho de tener esa inocencia.
270 estudiantes de la UPCT que siguen teniendo el privilegio de estudiar cuando todas las universidades fueron cerradas durante un año, y que descubrirán a esta mujer como pueden ser jóvenes, estudiantes, esclavos fieles y casi soldados que entonan tres veces al día Sin ti, no hay patria. Sin tí, no hay nosotros, dando título al libro con este ritual. Y no será el único que nos muestre Suki, asistiremos a cultos consagrados a ese no hay "yo" que anula personalidades mientras las miradas furtivas siguen y apenas se escapa alguna sonrisa.
Esta vez no es el testimonio de un desertor, sino la representación demasiado similar a la novela de Orwell de un lugar que existe y del que, uno no puede evitar poner en tela de juicio cuánto tiempo resistirá en la era de la información. Suki además, es capaz de poner un punto de sentimentalismo al hablar de sus alumnos y, sobre todo, de las horas de las comidas en las que pudo gozar de un ambiente más distendido, pese a que las preguntas que la hacían seguían pareciendo leídas de un guión establecido. Desde su partida hasta su regreso, el libro es un interesantísimo testimonio que merece la pena ser leído y que, al estar tratado de una forma tan sencilla y ajena a jergas complicadas, podemos enfrentar con la misma facilidad que nos colocaríamos ante un libro de ficción. Pero hay una cosa que no debemos olvidar: lo que Suki nos relata existe. Y si pensamos eso, tal vez estemos ante una novela de terror.
Y vosotros, ¿con qué libro estáis esta semana?
Gracias
PD: Este libro es de los que se sortean.