Sin tiempo para morir; El pasado siempre pasa factura

Por Enrique Bellón.
Por fin y después de casi dos años de retraso después de la pandemia llega por fin a nuestras pantallas la esperadísima última película con Daniel Craig como James Bond, estamos hablando de Sin tiempo para morir, última entrega de la elipsis argumental que se inició con Casino Royale y que nos lleva a un conjunto de películas íntimamente conectadas que se ven cerradas en su trama con esta entrega, que podría ser considerada la segunda parte de Spectre. Sin tiempo para morir; El pasado siempre pasa factura

En este caso y después de su confrontación directa con su némesis en Spectre Bond parece que por fin ha encontrado la estabilidad y el amor lejos del espionaje junto a Madeleine (Léa Seydoux), pero la sombra de la traición sobrevuela su relación provocando que se separen. Bond se ha retirado del servicio activo y disfruta de una vida tranquila en Jamaica. Pero la calma solo dura hasta que su viejo amigo Felix Leiter, de la CIA, le pide ayuda. Deben rescatar a un científico que ha sido secuestrado y la misión acaba siendo mucho más peligrosa de lo que parecía en un principio. El personaje de Seydoux tiene algún que otro secreto en su pasado que le lastrará durante todo el film. Sin tiempo para morir; El pasado siempre pasa factura

Este conjunto de elementos son los que construyen la que supone 25 entrega de las aventuras de James Bond, el espía más famoso, la película está dirigida por Cary Joji Fukunaga (Beasts of No Nation, la serie “True Detective”) proporcionando la más extensa de las películas de la saga (163 Minutos) y una de las más significativas. Cierto es que presenta algunos problemas de ritmo en su parte central y puede que le sobre alguna ida y venida, pero en general se trata de una historia sólida y compacta.

Claro está que las películas de Bond están evolucionando y poco queda de las películas vacías, aunque entretenidas, que constituyen la gran mayoría de las películas de la saga. Esta Sin tiempo para morir es claramente una continuidad a lo planteado desde Casino Royale, donde se nos presenta un Bond más humano, con sentimientos, motivaciones y ante todo trasfondo personal, no sólo máquina de matar o sensual de la saga clásica. Además se nota el cambio de tiempos en cuanto al rol de "las chicas Bond", mujeres más fuertes que están para aportar, no sólo para acompañar o decorar. Un claro ejemplo es el de la nueva 007, que no sabemos si tendrán un protagonismo mayor en el futuro, impensable en otras épocas. Sin tiempo para morir; El pasado siempre pasa factura
Si hablamos de Sin tiempo para morir es difícil entrar en detalle sin hacer spoilers, siendo muy importante no incurrir en ello, desde luego la historia no es demasiado original, se trata de la clásica historia de salvar al mundo, pero intercalando elementos personales del personaje de Bond con las típicas escenas de acción, una acción maravillosamente planificada y ejecutada.Sin embargo para mi lo más sorprendente es que Daniel Craig consigue desprender no sólo esa contundencia que se hizo patente desde la primera entrega, sino que es capaz de emocionar y conmover cuando debe, algo que no me esperaba en esta película. La presencia de Ana de Armas es testimonial, pero aún así aporta frescura cuando aparece, y Rami Malek construye un villano interesante, aunque no acaba de fascinar como debería. Sin tiempo para morir; El pasado siempre pasa factura
En definitiva con Sin tiempo para morir la saga Bond da un paso adelante muy interesante y cierra, tal vez por primera vez, una serie de historias con un hilo conductor común que desde la magnífica Casino Royale nos han llevado por la génesis, evolución y desenlace de esta historia sólida, compacta y ante todo necesaria, veremos en el futuro como continua la saga.