Revista Libros
Tienes que saber
que un día arribaran a tu vida
unos ojos tan implacablemente hermosos
que ni tan siquiera necesitarán juzgarte.
Como prueba irrefutable del precipicio
insondable de mil renuncias cotidianas.
Y deberás estar preparado,
digno e impoluto en el medio de la balanza.
Para ser capaz de contestarles
que no crees en dioses ni en demonios,
pero que hace falta ser demasiado estúpido
para no ser capaz ante la claridad absoluta
de dilucidar, de los ángeles, el sexo.
