La lectura de Sin traición. La constitución sin autoridad de Lysander Spooner, publicado por Editorial Innisfree ha producido en mí una reflexión que de vez en cuando suele venírseme a la cabeza. Porque hay cosas que no pueden comprenderse por más que uno las cavile con detenimiento: que Almodóvar triunfe, que la derecha diga que si eres de izquierdas no puedes consumir bienes ni servicios, que Spike Lee acuse a Tarantino de racista o que el anarcocapitalismo (o los liberales conservadores disfrazados de ello) reivindiquen la figura de Spooner como un precursor de su catatónica ideología (por decir algo). ¿A quién se le ocurren estos chistes?
En fin, si uno lee Sin traición descubrirá a uno de los pensadores más particulares que ha ha dado la filosofía política: anarquista, libertario, libertador de esclavos, crítico económico y, por si fuera poco, empresario. En Sin traición, Spooner reclama el derecho del individuo a emprender su actividad económica frente al monopolio estatal, como él mismo hizo con su empresa de correos, proclama que parece ser suficiente para que los ancaps lo reclamen como suyo y otro tipo de anarquismo (menos oligofrénico y cínico) se olvide él. El problema de tan bochornosa confusión reside en el hecho tan simple de que a todos, consciente o inconscientemente (me inclino más por la primera opción), se les olvida de que ni libertad económica ni mercado libre son sinónimos de capitalismo; todos, también, pincelan la falacia de que una cosa conduce a la otra, olvidando el poder que reside en el único de tomar las decisiones, tanto si es la de mantenerse aislado como la de asociarse con otras personas. Y ese es un pensamiento, un axioma, que late a lo largo de Sin traición: Spooner lo repite una y otra vez para que no lo olvidemos, pero debe ser que las neuronas de algunos bailan más de la cuenta...
También en Sin traición, el estadounidense no se cansa de arremeter contra el Estado, por supuesto, pero también contra las oligarquías económicas. Incluso, uno de los aspectos clave de Sin traición es la acusación al bando unionista (vencedor de la guerra civil estadounidense) de que solo quería liberar el sur para incluirlo -con su exesclavos o no- en la vorágine económica del sistema federal, o capitalismo (aunque Spooner no utiliza tal palabra, tal vez porque comenzó a utilizarse en 1860, solo diez años antes de que él escribiera Sin traición); cosa que todo historiador que se precie conoce.
Pero lo que olvidan los ancaps o los anarcosindicalistas sobre Spooner es que no solo era un fiero crítico del poder económico, sino que, además, era un insurreccionista modélico, tanto como Bakunin. Valga este extracto de Sin traición como prueba fehaciente, tanto de lo primero como de lo segundo:
¿Quiénes componen el poder gobernante en el país? ¿Quiénes son los hombres, los hombres responsables, que nos despojan de nuestra propiedad, nos restringen nuestra libertad, nos someten a su dominio arbitrario y devastan nuestros hogares, y nos disparan si nos resistimos? ¿Cómo hemos de defendernos a nosotros mismos y a nuestra propiedad contra ellos? ¿Quiénes, de nuestros vecinos, son miembros de esta banda secreta de ladrones y asesinos?¿Cómo podemos saber cuáles son sus casas para poder quemarlas y demolerlas? ¿Cuáles son sus propiedades, para poder destruirlas? ¿Quiénes son, para poder matarlos y librar al mundo y a nosotros mismos de tales tiranos y monstruos? [...] Los Rothschild, y esa clase de prestamistas de quienes son representantes y agentes -hombres que nunca piensan en prestarles un chelín a sus vecinos para propósito de trabajo honesto, a menos que sea con la mayor seguridad y a la tasa más alta de interés-, están listos, en todo momento, para prestarles dinero en cantidad ilimitada a estos ladrones y asesinos que se llaman gobiernos, para que se gasten en disparar a aquellos que no se someten en silencio a ser saqueados y esclavizados.
¿Es que no lo veis, astutos mastuerzos? ¿No os dais cuenta de que debéis de releer a Spooner y quitarlo o añadirlo de vuestras listas? Pues nada, por un lado, los ancaps podéis seguir admirando a Amancio Ortega y a Emilio Botín y a la vez citar a Spooner o Sin traición; y por el otro, los anarcocomunistas lo podéis seguir despreciando por capitalista. Pero, sabed, ambos, que vuestro proceder no contiene el más absoluto sentido argumentativo y nace de varios prejuicios ideológicos y hasta cognitivos.
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.