Revista Educación

Sindicalismo canario de cloaca

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Sindicalismo canario de cloaca

El miércoles pasado estuve en la manifestación que se celebró en Santa Cruz de Tenerife con motivo de la huelga general del 14N. Fui, entre otras cosas, para contribuir en la medida de lo posible a apoyar la protesta contra las políticas económicas del Gobierno central. Las concentraciones fueron convocadas, según tenía entendido, aludiendo a la idea de que hay culpables de la crisis económica y también soluciones y de que las políticas antisociales del Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy no están sino aumentando el sufrimiento de los ciudadanos, cada vez más desamparados, más pobres y más desempleados.

Bajé para sumar mi presencia a la de otros miles de ciudadanos de la isla. Lo hice con ganas, porque hace falta. Al llegar ya había mucha gente en la Plaza de Toros, el punto de salida, y tuvimos que quedarnos a la altura del Cine Víctor. Tardamos unas dos horas en avanzar los primeros 150 metros, aunque luego, con la caída de la noche, los manifestantes aligeraron el paso y la marcha aceleró también un poco. De todas formas, pasadas casi cuatro horas y al comprobar que no habíamos llegado todavía al Cuartel de Almeida (un tercio del recorrido, más o menos), decidimos tomar un atajo para alcanzar la cabecera, que ya estaba llegando a su destino en la Plaza de España. Una vez allí, el alma se me vino al suelo.

Nada más cruzar la Alameda del Duque de Santa Elena pude escuchar cómo una señora, representante de un sindicato regional de corte nacionalista, vociferaba consignas independentistas a través de los altavoces y ante las miles de personas que iban llegando a la zona de lectura del manifiesto de clausura. Lo hacía sin parar, soltando espumarajos por la boca. “¡Viva Canarias libre e independiente!”, gritaba al tiempo que achacaba al colonialismo español los índices de paro y exclusión social de estas islas. Al margen de que se comparta o no sus planteamientos, ¿les parece ético que Intersindical Canaria aproveche una concentración masiva y global, a la que apenas habrán contribuido con un 3 por ciento, en beneficio propio? A mí desde luego no.

Pero lo peor no fue eso. Tras ella subió corriendo la representante de otra organización estatal, no estoy seguro si de UGT o Comisiones Obreras, y empezó a rebatir todo lo que la anterior sindicalista había planteado, de malas maneras y recordándole que en esa manifestación se estaba para protestar por otras cosas, las que ellos habían acordado. Una pelea en toda regla y desde el estrado de la Plaza de España. De vergüenza.

Entonces entendí por qué los trabajadores de Canarias están como están: han sido dejados a su suerte por un sindicalismo podrido, enfrentado, funcionarial, pendiente solo de velar por su ombligo y que no tiene el menor reparo en dejar ver sus miserias ante decenas de miles de personas desamparadas que han acudido a la concentración en busca de un poco de apoyo, no a verlos a ellos tirándose de los pelos. La ciudadanía allí, en la plaza, esperando recibir algo de fuerza para seguir adelante mientras Intersindical, a su rollo, buscaba convertir una protesta global en otro día cutre de la bandera canaria y los sindicatos nacionales, irritados, intentaban dejar claro su protagonismo. Un espectáculo lamentable, directamente desde las cloacas más profundas de la desfachatez humana, que provocó la huida de muchos de los asistentes y que me sumió, imagino que como a otros, en la peor de las sensaciones de abandono.


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