La vida laboral productiva del perito químico Cándido Méndez es cortísima: con 25 años era ya liberado de UGT, por lo que a los 60 que tiene ahora, y tras 18 como secretario general del sindicato, no puede afirmarse que haya trabajado demasiado.
Ignacio Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras, también de 60 años, tampoco se esforzó excesivamente, aunque fue un paladín de la lucha antifranquista.
Con 20 años, en 1972, participó en una huelga general en Ferrol iniciada en Bazán, astilleros públicos de buques de guerra.
La Policía Armada mató entonces a dos de sus compañeros e hirió a 39. Detenido y condenado a prisión, consiguió huir y sobrevivió escondido, sostenido por el Partido Comunista al que pertenecía.
Tras la amnistía de 1977 volvió a Bazán y se centró en la política y el sindicalismo confundiendo la nueva democracia con la dictadura.
En aquellos años, “el dinero público no es de nadie”, muchas casas vecinas de los astilleros se pintaban, y hasta tenían cuadernas y vigas de acero de los barcos. Salían camiones repletos de materiales.
Sindicalistas como Toxo trabajaban no en la construcción naval, sino a su destrucción y hundimiento.
Montaban huelgas y algaradas día tras día influyendo en el astillero vecino, Astano, especializado en la construcción de grandes petroleros.
Aquellas luchas se multiplicaban cuando debían entregarse los barcos. Hacían que se incumplieran los plazos si no se obedecían sus exigencias, frecuentemente alocadas. Astano perdía competitividad frente a los astilleros extranjeros. Nacionalizado tras su ruina privada, fue a peor.
La huelga general de mañana repite la experiencia de Astano y de buena parte de Bazán.
Se trata de hundir España mientras Toxo y señora hacen cruceros de lujo en barcos, naturalmente, no construidos en Bazán, Astano, luego como Izar y ahora como Navantia, con UGT de escolta.
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SALAS