El
pueblo necesita a los sindicatos. Tras el accidente del tren en Santiago necesitamos
que los sindicatos hablen, que intervengan, y critiquen decisiones
empresariales y controlen en las empresas las ansias de beneficios económicos sin
consideración a los aspectos sociales.
Necesitamos que con sus críticas e
intervenciones controlen los personalismos que tienden a llevar a los
directivos, ejecutivos y gerentes hacia cúspides en las que se olvidan de la
ciudadanía, necesitamos que con su empuje colectivo impulsen y defiendan el espíritu
crítico de los trabajadores y de los especialistas técnicos, normalmente sometidos
a imperativos por su característica individualidad…
En
el accidente, volvemos a ver cosas un poco extrañas: Por qué hay una curva tan
cerrada, diseñada en los años 40 para trenes convencionales de aquella época, o
sea para trenes lentos y sigue vigente hoy día para todo tipo de trenes
incluidos los de alta velocidad. Por qué esa curva está en una ruta de alta
velocidad que pretende reducir de 200 a 80 km/h, por medios exclusivamente
humanos, en un instante. Por qué, con un tren supermoderno, superveloz, la
seguridad depende exclusivamente de un individuo, de que no tenga un mareo, de
que no sufra una distracción.
Cómo
es posible que los sistemas de seguridad adecuados, incluso parcialmente
instalados, no estén adaptados para los trenes que circulan a grandes
velocidades con cientos de pasajeros. Por el accidente nos enteramos de que en
otras líneas, como la de Alicante, ocurre lo mismo.
Por
qué desde el mismo día, tanta insistencia y rapidez de autoridades políticas,
directivos empresariales y prensa, en cargar la catástrofe a un trabajador. La
respuesta la dan ellos mismos, son los intereses económicos, los jugosos
contratos de miles de millones de euros que se encuentran relacionados. Núñez
Feijoo es capaz de criticar los oscuros intereses económicos que habrá detrás,
lo cual implica también los habrá delante, supone reconocer que en las
respuestas se contiene casi exclusivamente la preocupación de los contratos.
Parece
que el conductor cometió un error, pero la seguridad colectiva de todas las
líneas ferroviarias no puede quedar sometida al ahorro de un poco de pasta, a
las reducciones de plantillas y medios, centrándola exclusivamente en la
perpetua efectividad de una persona en trenes de alta velocidad, en donde un segundo
a esas velocidades supone recorrer una distancia igual a un campo de futbol, olvidando
otros factores de seguridad como son los errores de trazado y de construcción de
esas líneas, la concreta de trazados como el gallego, plagado de túneles y
acueductos que lógicamente perturba la concentración humana y aumenta riesgos de
todo tipo, -a qué insensato se le ocurre gastarse miles de millones en alta
velocidad para dejar un tramo de vía que obliga a ir a velocidad de carro-, olvidan
la seguridad específica de sistemas para altas velocidades que seguro tendrá
componentes automatizados.
Sindicatos,
la sociedad os necesita, vuestras voces son imprescindibles, sois la punta de
lanza contra muchas injusticias, contra los excesos patronales, contra las
ansias de enriquecimiento que pisotean a la ciudadanía. Muchos nos sentiríamos
más cómodos y protegidos con vuestra existencia.