Así es, lo han leído bien. Existe un síndrome que provoca en un ser vivo la falsa creencia de estar muerto. Lo peor de todo, es que esta dolencia afecta a muchas más personas de las que nos gustaría creer.
Le he querido dedicar un artículo completo a este síndrome tan peculiar porque son muy pocas las personas que han oído hablar de él o tienen consciencia de su existencia.
Empecemos…
En 1880, Jules Cotard describió esta condición mental a raíz de la observación de varios pacientes que mostraban un cuadro clínico caracterizado por la presencia de delirios de negación o delirios nihilistas.
Una persona afectada por este síndrome piensa y cree firmemente que “se encuentra muerta”. Para englobar de forma más genérica los pensamientos del paciente, éste niega su propia existencia, así como la del mundo exterior.
Es importante mencionar que este estado de negación suele ir acompañado de cuadros clínicos de ansiedad, depresión, así como de hipocondría. En otras ocasiones, de esquizofrenia o de un cuadro clínico psicótico.
Como bien he comentado antes, la presencia de un delirio de negación suele desencadenar una pérdida por parte del paciente de todo tipo de vínculo con la realidad y la misma existencia de la persona.
En cuanto a la negación de uno mismo, esto normalmente suele darse de forma progresiva. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que el paciente empieza a negar partes de su cuerpo de forma gradual hasta el punto de negarse en su totalidad.
También cabe mencionar una serie de síntomas secundarios que van de la mano con este síndrome, tales como analgesia, mutismo, alucinaciones…
Existe tal paradoja en este tema que, aunque los pacientes estén convencidos de estar muertos, éstos tienen la irrefrenable necesidad de destruirse a si mismos llegando a adquirir la idea del suicido como único medio para acabar con el sufrimiento que experimentan día a día.
Cabe resaltar que la presencia de esta condición suele ser rara en la adolescencia, acostumbra a afectar personas en la edad adulta media. A esto, se le acopla el hecho de que es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres.
Por último, siento que este padecimiento que a muchos les ha tocado afrontar es algo serio de lo que tendríamos que reflexionar conscientemente porque, no hay nada más bonito que la sensación de saber que uno está vivo y que tiene toda la vida por delante para cumplir sus sueños y, por encima de todo, para ser feliz.
La vida es bella y con ella la contundente sabiduría de ser conscientes de nuestra propia existencia y todo aquello que nos envuelve.
Ánimo.
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