La primera marca visible del padecimiento del "síndrome de Hubris", llamada enfermedad del ego, reza que se nota "una propensión narcisista a ver su mundo principalmente como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria".
Hay otras 13 características que el lector puede observar, basados en bibliografía reciente.
1 Una propensión narcisista a ver su mundo principalmente como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria.
2 Una predisposición para lanzar acciones que puedan dar al individuo una luz favorable, con el fin de embellecer su imagen.
3 Una preocupación desmedida por la imagen y la presentación (Stalin, Mao tse Tung).
4 Un modo mesiánico de comentar los asuntos corrientes y una tendencia a la exaltación.
5 Una identificación con la nación o una organización hasta el extremo que el individuo valora su punto de vista y sus intereses como idénticos (Lenin, Gandhi).
6 Una tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona o a usar la forma regia de « nosotros ».
7 Una excesiva confianza en su propio juicio y un desprecio por los consejos o las críticas de los demás (Lenin 1917-1924).
8 Un enfoque personal exagerado, tendente a la omnipotencia, de lo que son capaces de llevar a cabo (Stalin en 1939-1941).
9 Una creencia de que antes de rendir cuentas al conjunto de sus colegas o a la opinión pública, la Corte ante la cual deben responder es: la Historia o Dios (Fidel Castro y otros líderes de partidos únicos).
10 La idea inquebrantable de que aquella Corte les absolverá (Fidel Castro y muchos otros líderes, como Tito, Enver Hodja, etc.).
11 Una pérdida de contacto con la realidad, a menudo vinculada a un aislamiento paulatino (Stalin).
12 Agitación, imprudencia e impulsividad.
13 Una tendencia a privilegiar su « amplia visión » en detrimento de la entereza moral de un derrotero señalado, de modo a pasar por alto la necesidad de contemplar las posibilidades prácticas, los costos y los resultados (Lenin).
14 Una incompetencia « hubrística », cuando las cosas van mal porque demasiada confianza en sí mismo condujo al líder a desatender los peligros y las trampas generados por su propia política (Stalin en 1941, Gorbachev en los 1990).