Revista Salud y Bienestar
"Espere su turno ahí sentado" o "ya le llamaremos, aquí todas las personas que acuden están enfermas", son dos frases que quizá muchas personas hayan tenido que escuchar de palabras de un profesional sanitario. Este comportamiento puede denotar la existencia, según ha manifestado Manuel Castro, psicólogo y doctor en Desarrollo Adulto y Envejecimiento, "de un síndrome del burn out o síndrome de estar quemado. Cuándo éste se da, el profesional al cuidado del paciente mayor sufre un proceso de despersonalización, de deshumanización en el desempeño de su trabajo, circunstancia que le avoca a un mayor distanciamiento en el trato de los pacientes, con lo que la calidad asistencial se ve afectada de manera negativa".
Manuel Castro, al hilo de su intervención en el V Simposio de Atención a las Personas Mayores —que organiza en el BEC de Barakaldo durante el 21 y 22 de octubre la fundación sin ánimo de lucro Orue Eskola con la colaboración del departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco, el departamento de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia e Igurco Orue—, ha expuesto este ejemplo como una de las principales consecuencias que tiene el desgaste y la sobrecarga de los profesionales sociosanitarios durante su trabajo en el cuidado de las personas mayores.
Sin embargo, ha aludido también a las consecuencias que tiene para los cuidadores no profesionales dichas situaciones de estrés: "la salud de los cuidadores informales se ve en un mayor riesgo ya que el síndrome del cuidador que muchos de ellos sufren, en contraste con el síndrome del burn out de los profesionales, tiene un gran número de consecuencias posibles. Así, les puede afectar físicamente (con cefaleas, lumbalgias, problemas gastrointestinales, hipertensión arterial, fatiga y dolores musculares), psicológicamente (ansiedad, depresión, baja autoestima y sentimientos de inutilidad) y en sus relaciones sociales, provocando que muchos de estos cuidadores informales acaben finalmente perdiendo el contacto con familiares y amigos".
Prevención del síndrome del burn out y del síndrome del cuidador
Manuel Castro, que además es director de Operaciones del grupo sociosanitario Igurco, ha recalcado que "es posible trabajar en la prevención de ambos síndromes e intervenir para atenuarlos o corregirlos".
Para combatir el síndrome del burn out, Manuel Castro ha incidido en la necesidad de "valorar los beneficios de una intervención organizacional en la entidad en la que trabaja el profesional, establecer unos objetivos realistas y alcanzables, mejorar aún más la formación de los profesionales con cursos específicos, implicar a los profesionales en la toma de decisiones, emplear todos los recursos al alcance del profesional en su trabajo e implementar una formación adecuada para el afrontamiento de conflictos interpersonales (tanto en la relación del profesional con pacientes y familiares, como con otros compañeros).
Entre las recomendaciones que ha dado para "hacer frente" al síndrome del cuidador en el hogar, ha citado "el establecimiento de una correcta planificación del tiempo de atención al mayor, formación e información sobre los recursos con los que cuenta el cuidador, mayor formación sobre el curso de las patologías o situación sanitaria del mayor dependiente, la búsqueda de apoyos en el entorno social y familiar del cuidador y el entrenamiento en el manejo de las emociones".
En este último punto —el manejo de las emociones—, el director de Operaciones de Igurco ha hecho hincapié en que "primero, el cuidador debe identificar los pensamientos negativos que dan lugar a las emociones negativas; no sólo debe darse cuenta de cuándo aparecen, sino de cuál es su naturaleza y cuáles son los estímulos que los han provocado. Posteriormente, mediante un proceso de racionalización y con el uso y ayuda de autoinstrucciones del tipo ‘sé que puedo hacerlo mejor’, ‘esto no sólo me pasa a mí’, ‘puedo conseguir ayuda si me lo propongo’, etc., el cuidador en el hogar puede tornar esas emociones negativas en emociones positivas y constructivas y, de este modo, controlar estos sentimientos negativos que pueden llegar a desbordar al propio cuidador, poniendo en peligro su salud".
-Causas en los dos colectivos
El experto se ha referido a que en el caso de los cuidadores informales, "el síndrome del cuidador aparece como consecuencia de la sobrecarga que tienen los cuidadores, derivada del gran número de horas que se pasan trabajando con el mayor dependiente". A ello, se añade "una carencia de formación específica en este ámbito".
Por otro lado, las causas de la aparición del síndrome de estar quemado entre los profesionales "se encuentran, a pesar de su mayor cualificación, en la alta implicación y sentido de responsabilidad con que desempeñan su trabajo diario y sus relaciones con pacientes y familiares. También tienen un peso importante en este síndrome las relaciones con los compañeros de trabajo, la falta de apoyo por parte de la organización para la que trabajen y la laxitud de la estructura organizacional en la que desarrollan su labor".
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