Revista Viajes

Síndrome otoñal…

Por Bbecares

He estado un par de semanas con un estado al que yo llamo el  ‘síndrome otoñal‘, algo así como que estuve un poco de bajón y perezosa. Vamos que, con lo poco que me gusta a mí estar metida en casa, me daba igual pasarme las tardes sin salir.

Ayer, estaba mi hermana escuchando una de estas canciones del último verano y de repente supe el por qué de este síndrome: porque el verano fue increíblemente estupendo.

Aquí hago un resumen, teniendo en cuenta que en el verano me dí unas mini-vacaciones en el blog:

Volví de Marruecos a comienzos de junio, pasé dos días en Madrid hartándome a comer jamón (no olvidemos que eso es algo muy difícil o incluso imposible de encontrar en el país vecino) y disfrutando de mis amigos, me fui a vivir la Eurocopa a Polonia, pasé un día en Barcelona conociendo a una nueva gran amiga, volví a Madrid, llegué por fin a mi Asturias, disfruté de mi familia, de mis amigos y de las fiestas y conocí sitios nuevos de la tierra como Gulpiyuri, la ruta del Cares y la Playa del Silencio en Cudillero.

Tras tres semanas en casa,  me fui de vacaciones con mi hermana, volvimos a calar en Madrid y fuimos al Aqualandia (donde mi hermana fue una valiente y se atrevió con casi todo y también una amiga que vino con nosotras) y tres días después llegamos a Cartagena, a la Manga del Mar Menor, donde pasamos unos días de sol, más familia y playa. Volvimos a Asturias, me fui de ‘vacaciones de chicas’ con mis amigas a Salou, nos dimos un largo tute de atracciones en Port Aventura y pasamos largas horas nocturnas hablando para acabar la mejor noche con un baño en el Mediterráneo a las 12 de la mañana, antes de irnos por fin a dormir. Al volver a Asturias , tuve la visita de una amiga de la universidad y participamos en el Descenso del Nalón y conoció, aunque estábamos agotadas , una de nuestras maravillosas ‘fiestes de práu‘.

Síndrome otoñal…

Uno de los mejores momentos: paseando en barquito por el lago Ohrid, en Macedonia, gracias a la amabilidad de un macedonio que además era muy guapete….

Me surgió la oportunidad de ir a un seminario a Macedonia. Pasé una semana entera riéndome sin parar ( y creo que no exagero nada, la verdad) y con un ‘buenrollismo‘ en el cuerpo increíble. Era un ‘Training Course’ en Kavadarci, la región de los vinos del país, financiado por el programa Youth In Action de la Comisión Europea con gente de 12 nacionalidades diferentes. Aquí me gustaría apostillar que las 6 españolas (de diferentes partes de la geografía) hicimos tantísima fiesta y nos reímos tanto que creo que dejamos el listón bien alto y confirmamos esa fama que tienen los europeos de que por aquí somos muy fiesteros. Al acabar fui a pasar un par de días a Struga, un pueblo donde viví 9 meses y, sin duda, una de mis lugares favoritos en el mundo y pude disfrutar, aunque fuera sólo un poquito, de varios de mis amigos y echar de menos a otros.

Para finalizar el verano, acabé pasando otros días en Madrid casi por casualidad,  fui a una fiesta tradicional asturiana en Nieda, un pueblo cercano a Cangas de Onís, donde vive una de mis mejores amigas de la infancia y acabé pasando una semana en Castro Urdiales, en Eibar, celebrando el cumpleaños de otra de mis mejores amigas y visitando Ondarribia y Biarritz.

Y todo esto, trabajando de lunes a viernes. Buf. Agotador pero inmejorable.

Creo que no ha estado mal….. Estos días os adelantaré mis futuros planes. Sólo digo que un nuevo gran y largo viaje se está gestando….


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