Singapur es un joven (independiente desde 1965) y pequeño país compuesto por 63 islas, en las que se puede hablar en inglés, malayo, mandarín y tamil. Los sectores que mueven a este país son el comercio y la manufactura. En cuanto a cine, los realizadores singapurenses con más obras en los últimos años son Eric Khoo (director de ‘Tatsumi’, también denominada en España ‘Una vida errante’) y Kelvin Tong, aunque también cabría destacar al joven Anthony Chen, quien, con 29 años consiguió el reconocimiento de Cannes con el premio Cámara de oro (mejor ópera prima) con la película ‘Ilo Ilo’. Pese a que el género más producido en los últimos años es el de terror (no significa que sea el que mejor hacen), en Singapur también hay obras dramáticas (aquí tienen las películas más acertadas), cómicas y de otros géneros. Por supuesto, la animación es uno de ellos, y, por primera vez en esta sección, hablaré de una película de este último género. Se trata de animación para adultos, y no por el sexo (que algo hay también), sino por el contenido de sus historias (si, son varias).
Como ya he comentado en el párrafo anterior, esta película está compuesta por diferentes pequeñas historias, y es por ello por lo que plasma una gran cantidad de situaciones, valores y fragmentos de humanidad, con algunos de los cuales seguramente podemos identificarnos en algún momento de nuestra vida, dando igual nuestra ubicación o procedencia. La lucha por un sueño, por vivir de hacer lo que más te gusta, el desengaño, la soledad, la decadencia, el descubrimiento… Son sólo algunos de los temas que se pueden encontrar en estos relatos.
En general, el tono es oscuro y pesimista, pues los protagonistas acaban siendo decepcionados o aceptando la cruda realidad que están viviendo. Es uno de los aspectos que lo diferencian del dibujo para los más pequeños de la casa, además de la naturaleza de las historias, el contenido y el continente de las mismas.
La banda sonora genera un ambiente propicio a la narración, por momentos delicada y por momentos trágica o triste. No tiene un tema que predomine o destaque, sino que en los distintos fragmentos se emplea una melodía que se adapta a lo que se va contando en imágenes y diálogos.
Visualmente resulta una obra muy atractiva, sobre todo por la cantidad de matices que es capaz de transmitir con imágenes en sepia, en blanco y negro, a todo color… Sin embargo, aunque se empleen tantas coloraciones distintas, no parece un batiburrillo, sino que consigue transmitir unidad del conjunto, lo cual dice mucho de la dirección y del montaje (además del comic original en el que está basado el guión de la película).
La técnica empleada tiene un estilo propio, que incluso varía según la historia y hace que logremos diferenciarlas aunque nos hayamos despistado y no nos diéramos cuenta del fin de la anterior y el comienzo de la siguiente. Parece un dibujo sencillo, pero tiene muchísimos matices y detalles que en un segundo vistazo y análisis podemos apreciar.
Su director, Eric Khoo, ha conseguido un ritmo narrativo que, a pesar de unir piezas distintas, no decae y mantiene constante la tensión y la expectación. Resulta curioso que sea una producción singapurense la que plasme la vida del japonés Yoshihiro Tatsumi (padre del Gekiga), lo cual hace plantearnos si esto es una muestra del poco egoísmo de dicho país o de la admiración que les pueden tener a los artistas sin importar su procedencia.
Se trata de una película de capítulos, los cuales, van alternando historias ficticias creadas por el dibujante de manga Yoshihiro Tatsumi con fragmentos de su propia vida. Así, a lo largo del metraje están presentes los siguientes relatos, además del homenaje continuo a Tatsumi:
Un fotógrafo que llega a la fama a través de una imagen que no es lo que parece.
El trabajador de una fábrica cuya solitaria vida comparte con un mono que le da la espalda.
La frustración amorosa-sexual de un señor entrado en años.
El modo en que un dibujante de una revista infantil se introduce en el dibujo sexualmente explícito.
La relación padre-hija que se establece tras la convivencia con soldados estadounidenses tras la II Guerra Mundial.
Son dibujos animados, pero para nada infantiles. Esta sucesión de pequeñas historias alternadas con la biografía del autor de dichas narraciones tiene un público objetivo maduro, con criterio y ganas de dejarse llevar por la corriente del mundo interior de Yoshihiro Tatsumi.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure