Revista Asia
Una ciudad donde todo funciona, donde todo es como debe ser porque no puede ser de otra manera. Una de las ciudades mas seguras del mundo, una ciudad cuyo único defecto es que es… perfecta. Y esa perfección la lleva a ser irreal, casi artificial.
Singapur es una ciudad estado situada en la península de Malasia, es el segundo país con mayor densidad de población del mundo, después de Mónaco. En Singapur además conviven en perfecta armonía Chinos, Malayos e Hindúes. Las diferentes creencias y formas de ver la vida no han sido obstáculo para convertir a Singapur en el cuarto centro financiero mas importante del mundo y uno de los países mas ricos en función del PIB. Basta con decir que Singapur cuenta con el puerto marítimo que maneja mayor volumen de carga del mundo.
Sinceramente, creo que Singapur debe ser uno de los mejores sitios para vivir como expatriado. Pasear por Orchand Road, la mayor calle comercial de Singapur, es como hacerlo por la calle Goya de Madrid o por Oxford street en Londres. Realmente no parece que estemos en Asía. Fue allí precisamente donde nos pasamos el primer día. Después de un año usando mi canon 450d, convencí a Marisa para comprar la canon 7D que tan buenos ratos me está haciendo pasar. Pero claro, no era como para comprarlo en la primera tienda. Así que nos pasamos como 5 horas de tienda en tienda, preguntando, regateando, volviendo a preguntar… para, al final, volver a la primera tienda donde había preguntado y el precio era más barato. Eso sí, las tiendas y los centros comerciales de la zona nos los conocemos al dedillo.
Si queremos conocer el lado mas oriental de Singapur debemos perdernos por el barrio Chino e Hindú. Fuimos a visitar el barrio Chino por la noche, cuando todas su luces están encendidas y el bullicio de la gente anima las calles. El barrio Chino de Singapur es parecido al de cualquier otra ciudad del mundo, con tiendas y restaurantes, farolillos rojos y puestos donde hay que regatear con los vendedores casi por obligación. Como en cualquier otra ciudad, solo que mucho mas limpio y organizado. Es todo tan perfecto que a veces no parece que estés en un barrio chino. Nuevamente e irónicamente ese es el mayor defecto de Singapur. Aún así caímos en la tentación de cómprale a Diego un traje chino muy apropiado para las circunstancias.
Al cambiar al barrio Hindú parece como si cambiáramos de país. El aroma de los inciensos se va mezclando mientras nos adentramos por sus coloridas calles. Distintos templos van apareciendo en nuestro camino, aunque curiosamente el templo Hindú mas grande de Singapur se encuentra en el barrio Chino. Paramos en muchas tienda preguntando por las típicas figuras de bronce de la deidades hindúes que tanto me gusta. Finalmente no compramos ninguna, y menos mal que no lo hicimos, pues en Camboya encontramos las mis piezas pero 10 veces mas barato. Pasear por el barrio Hindú es sumamente agradable, y por supuesto en ningún momento tuvimos sensación de peligro. A estas alturas, y después de dos años y medio viviendo en Asia puedo asegurar que en líneas generales las ciudades asiáticas son mucho mas seguras que las europeas o americanas.
La visita a Marina Bay, donde se encuentra el famoso “león – sirena” , símbolo de la ciudad, es obligatoria. Desde allí podemos contemplar las mejores vistas del distrito financiero. Un paseo en barco cuando ya ha caído la noche y los rascacielos se han iluminado es una experiencia que no hay que perderse en Singapur. Además. En Marina Bay se encuentra el famoso hotel casino Marina Bay Sands, uno de los hoteles más caros del mundo y en un símbolo distintivo de la ciudad de Singapur. Esta constituido sobre 3 torres de unos 200 metros de altura sobre la que se asienta una plataforma en forma de barco. Esta plataforma en forma de barco es el último piso del hotel, y se denomina Skypark Arena. Es ahí donde se encuentra la famosa piscina que parece está construida en el cielo… Las vistas deben ser espectaculares. Digo deben ser, pues cobran 50 euros por persona solo por subir a verlo, así que decidimos no entrar… Una excusa para volver como otra cualquiera. Aún así desde la bahía se pueden sacar fotos estupendas del los rascacielos iluminados. Y esa era mi intención, sin embargo cuando empezaba a sacar el trípode con la intención de aprovechar mi cámara nueva, escuche en mi espalda un “¿te queda mucho?" que me confirmaba que mi sesión de fotografía iba a durar menos de lo deseado.
Para moverse por la ciudad, lo mejor es coger el metro, limpio y puntual como el de Tokio, pero mas moderno. También se puede coger un taxi sin problemas, son baratos y rápidos, además en muchos de ellos se pude pagar con tarjeta de crédito.En cuanto a los hoteles, la verdad es que Singapur no es nada barato. Aún así Marisa se las apaño para conseguir una buena oferta en el Orchard Hotel, un maravilloso hotel situado en Orchand Road. Sin embargo, solo pudimos estar allí los primeros dias, luego el hotel estaba completo por una convención. Así que nos tuvimos que mudar al hotel mas surrealista de toda mi vida. El hotel en cuestión se llama Me!. Lo curioso es que no salió mas barato que el primero, aunque estaba mucho mas lejos del centro de la ciudad. Era un hotel musulmán. Hasta entonces no sabía que hubiera hoteles musulmanes, al igual que no me consta que los haya católicos o budistas. Un hotel es un hotel ¿no?. Pues no. Desde luego este hotel no es como me habría imaginado un hotel musulmán. Te dabas cuenta porque había muchos musulmanes y porque no servía cerdo, pero la decoración… Cada planta estaba dedicada a un personaje famoso. Nosotros estábamos en la de Elvis Presley. Así que toda la planta estaba pintada en verde chillón con la silueta del “rey” por todas partes, digno de ver. La habitaciones eran minúsculas, tanto es así que ni siquiera cabía la cuna del niño. En definitiva, junto con otro hotel en Miami de cuyo nombre no quiero acordarme, el peor hotel donde hemos estado. No lo recomiendo. Resumiendo Singapur es uno de los países más limpios, seguros y ricos del mundo. ¿ Realmente es todo tan perfecto?. Bueno, dicen que para saber como es una ciudad hay que observar como trata a sus niños, a sus ancianos y a sus animales. Ancianos vimos pocos, perros ninguno. En cuanto a niños, la verdad es que si tuvimos algunos problemas al viajar con Diego. Ningún autobús nos paraba al vernos con el carrito del niño ( que se pliega y no ocupa mucho espacio). Pero es que además mucho taxis tampoco paraban. Así que al final Marisa y Diego se escondían mientras que yo paraba el taxí, una vez yo ponía un pie dentro ellos aparecían de la nada para hacerse fuertes en los asientos traseros… En realidad ninguna ciudad es perfecta.
Mario Jiménez.