Revista Opinión

Síntomas

Publicado el 24 noviembre 2013 por Miguelmerino

Para Yeste Lima, con cariño.

Y entonces, fingiendo mirar más de cerca al rey, aplicó la antorcha a la capa de lino que lo envolvía y que instantáneamente se llenó de lívidas llamaradas.

Hop-Frog, Edgar Allan Poe

Quizás cuando empecé a cantar a voz en cuello mientras me duchaba, debería haber supuesto que algo no iba bien. Yo nunca he cantado, ni en la ducha ni en ninguna otra parte, porque además de poca voz, la mía es muy desagradable. Tampoco se extrañó excesivamente cuando comencé a lavar el coche con mis propias manos todos los sábados por la mañana. Yo creo que sí debería haber puesto atención. Nunca jamás había lavado un coche. Siempre había pagado por ese servicio. Lo de que me quisiera comprar la ropa yo mismo y no, como hasta ahora, aceptar lo que ella me compraba, debió considerarlo como una extravagancia de los cincuenta. Empieza a chochear, pensó con toda probabilidad. Y lo de salir con la ropa conjuntada, no querer comer pan con los espaguetis, abrir la botella de vino media hora antes de consumirla para que respirara, comer la fruta con la piel y tomar el café con stevia, era ya de traca. ¡Coño, qué eso lo ve un niño de teta!  Hay que estar muy ciega para no darse cuenta. También hubo pequeñas cosas, pero si no vio las importantes, no se iba a coscar de éstas. Ni se dio cuenta de que en la vitrina de la entrada, en lugar de sus cachivaches de mercadillo, había cincuenta y seis ejemplares del “Viaje a la Alcarria”, todos iguales, de la misma editorial y edición. Ni que en mi estante del baño se alineaban cincuenta y seis frascos de “Just for men” a pesar de que yo seguía luciendo mi cabellera griscanienta. Si ni siquiera se percató de que cada vez que hacíamos el amor le acariciaba cincuenta y seis veces el pecho izquierdo y luego otras cincuenta y seis el derecho.

A mí nadie me saca de la cabeza la idea de que si hubiera estado atenta a estos síntomas, al menos se habría ahorrado esa cara de sorpresa cuando le asesté las cincuenta y seis puñaladas.


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