El estrés se ha colado en nuestras vidas para quedarse, ya que el modelo social del que disfrutamos nos “impone” unos ciertos objetivos que las personas hemos de cumplir para llegar a las metas que nosotras mismas nos hemos propuesto, pues sobre todo se relaciona con los estudios y el trabajo, aunque también puede tener que ver con las cargas familiares y la infinita lista de quehaceres diarios que nos sobreviene.
El estrés, desde un punto de vista más riguroso, se trata de un proceso natural de nuestro cuerpo que responde a la necesidad que las personas tienen de adaptarse al entorno, el cual se encuentra en constante cambio (cambio de colegio o trabajo, mudanza, casarse, romper una relación, tener un hijo, sufrir una lesión, etc.).
Ante determinadas situaciones, como por ejemplo un examen o un objetivo laboral, un poco de estrés no viene mal, pues nos estaría poniendo alerta; sin embargo, si este estrés resulta muy intenso, se prolonga en el tiempo o acaba afectando físicamente, es el momento de parar y de no dejar que nos domine. Por ello, para que consigas detectar cuándo el estrés asoma en tu vida, a continuación te detallamos sus síntomas:
Estrés a nivel emocional:
- Angustia, inquietud, nerviosismo o ansiedad.
- Irritabilidad, furia descontrolada o constante.
- Deseos de gritar, insultar o golpear.
- Deseos de llorar y nudo en la garganta.
- Miedo o pánico que pueden hacer que nos sintamos “paralizados”.
- Preocupación excesiva hasta llegar a la sensación de no poder controlar el pensamiento.
- Necesidad de que “suceda” algo para que finalmente se acabe la “espera”.
- Sensación de sentirnos superados.
- Pensamiento catastrófico.
- Dificultad para concentrarse, disminución de la memoria.
- Lentitud de pensamiento.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Constantes cambios de humor.
- Depresión.
Estrés a nivel conductual:
- Tics nerviosos.
- Movimiento constante.
- Risa nerviosa.
- Rechinamiento de los dientes.
- Problemas sexuales.
- Comer excesivamente o, por el contrario, dejar de hacerlo.
- Beber o fumar más frecuentemente.
- Dormir mucho o, en cambio, sufrir insomnio.
Estrés a nivel físico:
- Boca seca.
- Temblor corporal.
- Tensión muscular.
- Manos y pies fríos así como sudor en las palmas de las manos.
- Opresión en el pecho.
- Dificultad al tragar o al respirar.
- Hormigueo en el estómago.
- Falta o aumento de apetito.
- Diarrea o estreñimiento.
Son, por tanto, muchos los síntomas que puede presentar una persona que sufre de estrés, aunque en ningún caso se presentarán todos a la vez, sino que cada individuo desarrolla los suyos propios.
Por ello, hay que estar alerta en caso de que se presenten varios al mismo tiempo, pues el estrés estará asomando a nuestra puerta. Entonces, será mejor tomar consciencia de la situación y hacerle frente.
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