Revista Cine
La carrera artística de Alec Guinness, caballero de Inglaterra desde 1959, estuvo marcada por una gran versatilidad a la hora de transformarse en cualquier personaje, hecho que le procuró fama de actor camaleónico y, al presentarse en escena con las más variopintas apariencias, a veces era complicado identificarle. De esta manera, le vimos desfilar como rey francés, mayordomo, anciana, caballero jedi, coronel británico e incluso metido en el papel de Adolf Hitler.La primera muestra de sus "mil rostros", fue en la adaptación de la novela de Dickens Oliver Twist (1948), segundo trabajo de una prolífica colaboración con el maestro David Lean que se traduciría en un total de seis películas, en la que interpreta, con exagerada nariz incluida, al pérfido Fagin, el indeseable anciano que hace la vida imposible al pobre Oliver.Un año más tarde, Guinness mostraría su espectacular repertorio de registros en Ocho sentencias de muerte, una historia de herencias e intrigas familiares bien aderezada con toques de humor en la que Sir Alec interpreta no uno, ni dos, ni tres, sino ¡Ocho personajes!, una bestia parda vamos.En la línea de sus trabajos con Lean, surgieron clásicos imperecederos como El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) o Doctor Zhivago (1965). Su papel más importante, ante todo por ser protagonista, fue el del Coronel Nicholson en la primera de las tres, un oficial británico prisionero de los japoneses en mitad de la jungla birmana, al que se le encomienda la construcción de un puente para el ferrocarril japonés, llevando el orgullo patriótico hasta la locura dando como resultado uno de los mejores desenlaces de la historia del cine.En Un cadáver a los postres (1976), demostró que la comedia también era uno de sus fuertes, haciendo gala de un hilarante y absurdo sentido del humor en el papel de un mayordomo invidente de nombre James Señor Benson Señora.Aunque todavía le quedara un último trabajo junto a David Lean en Pasaje a la India (1984) y alguna que otra película de escasa trascendencia, lo más relevante sería su participación en la famosa trilogía de La Guerra de las Galaxias, en la que interpretó al anciano Obi Wan Kenobi, maestro del jóven padawan Luke Skywalker. Cada vez que tuvo oportunidad echó pestes de la trilogía y de su papel, sin embargo, sus emolumentos no se limitaron a un mero salario, si no que se aseguró de que el 1% de los beneficios de la trilogía fueran a parar a su bolsillo, por lo que los herederos todavía deben de estar tocando las palmas y viviendo a cuerpo de rey. No era tonto Sir Alec, además de ser uno de los mejores actores de entre los hijos de la Gran Bretaña.