A Sir David Attenborough le debe haber dado un "aire", de tanto observar los vivientes no humanos de nuestro planeta. Parece que desde hace unos meses, los niños, sobre todo si no se organizan límites y controles para su nacimiento, asustan a Sir David, como puede verse en la foto.
Y entiende que para lograr un futuro sostenible, hay que lograr como sea que cunda la contracepción.
E ese "como sea" resulta ser algo muy concreto, si alguien se toma un poco de tiempo para ver la argumentación que emplea como nuevo jefe del Optimum Population Trust thinktank.
Es decir, que Sir Richard, convertido en un adepto de la expresión "the frightening explosion in human numbers" ya sabe cuantos tenemos que ser en el mundo, siendo ese número más bien pequeñito y decreciente.
Ni siquiera creo que haya leído el libro de sus connacionales Robert y Edward Skidelsky (padre e hijo) How Much is Enough?: Money and the Good Life, que plantea el interés de evaluar -y no sólo económicamente- qué es lo que basta para llevar una vida buena y digna para las personas y ser felices.
Cosa nada baladí en un mundo en el que reina el siempre queremos, necesitamos, nos conviene, etc. más. Más dinero, más salud, más tiempo, más de esto y de lo otro... para nuestro ego. Excepto más alter-egos o -por decirlo de una vez- más parentela: hijos, hermanos y así.
Por eso, los Skidelsky hablan de las nuevas generaciones futuras, que han sido testigos de hasta dónde nos han llevado nuestros errores, y seguramente serán menos insaciables de lo que hemos sido nosotros...
Recomiendo leer lo que Ignacio Aréchaga escribió y documentó en su momento sobre la manía de Sir Richard: Esa plaga humana.