Imagina que a tus 18 años descubren en tu equipo que no respiras bien, que por culpa de tu asma, esa que escondías y tapabas con medicación, deberás dejar el fútbol. Eso le pasó a Salvatore Sirigu, guardameta del PSG.
Salvatore Sirigu vio en la enfermedad una oportunidad, es decir, por culpa de esa terrible asma que sufría cuando era más joven, le dijeron que no podía ser jugador profesional dado que su capacidad de oxigenación era muy reducida.
La vida no lo estaba retirando del fútbol, simplemente le estaba diciendo que como jugador de campo probablemente no llegaría a nada y con el asma como cómplice lo mandó a la portería de un día para otro, el único lugar del terreno de juego en el que su enfermedad no le sería un problema.
“Tienes manos grandes, fuertes, de largos dedos y además, eres corpulento. Debes mudarte a la portería si quieres tener posibilidades reales de triunfar en el fútbol”, algo así le relató el entrenador del momento a un Sirigu que con 18 años, elegía cambiar la posición en el campo, a seguir tomando una medicación llamada terbutalina, que le abría la capacidad pulmonar pero que claro, está prohibida.
Con 21 años fichó por el Palermo y tras breves pasos por el Cremonese y Ancona, volvió al equipo siciliano en donde jugó su última temporada 2010/2011, para irse al Paris Saint Germain, en donde tras unos años de adaptación, logró hacerse dueño de una de las porterías más importantes del fútbol europeo.