Con casi 20 años de instauración de la revolución comunista en mi patria, uno de los objetivos destructores de este asqueante sistema se cumplió efectivamente, ya que acabaron con la cultura del trabajo de los venezolanos. El trabajo del emprendedor, de la libre empresa, del productor del campo, del investigador y del innovador, ha desaparecido. Las políticas confiscatorias y de financiamiento del ocio y del servilismo político-partidista, han subvertido el orden natural de las cosas.
Tiempo atrás nuestros jóvenes se graduaban y cargados de energía y esperanza ponían en práctica sus proyectos. Bastaba con la buena voluntad y algo de capital humano para poner a andar negocios productivos o continuar con el negocio familiar. Lamentablemente, hoy nuestros jóvenes dibujan su futuro fuera del país. La poca motivación y la escasa o ausente seguridad jurídica, castran cualquier aspiración de crecer y forjar patria en territorio nacional. Se ha fugado nuestro capital humano técnico y profesional en los últimos 10 años pues no hay perspectiva ni horizonte claro ni para ejercer, ni emprender ninguna actividad que permita iniciar planes con un mínimo de prosperidad familiar. El pésimo nivel de Calidad de Vida en Venezuela es tal que la clase NO-ENCHUFADA prefiere irse a otro país a hacer tareas no asociadas con sus profesiones, muchas veces subpagadas con tal de respirar libertad así sea en tierras ajenas.
Emulando a los amos cubanos, el venezolano haga lo que haga, se esfuerce mucho o poco, sea proactivo o pasivo, solo va a poder alcanzar un nivel de vida que raya en la subsistencia, salvo, eso sí, que entre en la rosca de la corrupción y el narcogobierno.
La destrucción del aparato productivo venezolano no es simplemente el resultado de un mal gobierno sino que es parte de una estrategia bien planificada por la narcodictadura comunista para aumentar el control sobre la población, a quien distraen del acontecer nacional e internacional, pendientes de buscar el sustento diario.
Con dádivas, migajas, limosnas mantienen sometida a la población hambrienta mientras los gobernantes se enriquecen a cuenta de importaciones y negocios con dólares preferenciales al que solo acceden los testaferros de la Revolución. Sincerar el dólar o invertir en producción nacional acaba con el negocio de los prebostes de la Revolución. El pueblo venezolano es ultrajado y utilizado como excusa para cometer los desfalcos jamás ejecutados, como la Santa Inquisición usaba a la “Iglesia” para cometer sus crímenes y sostener su poderío en la sociedad medieval. Pretenden que les demos las gracias por lo que nos corresponde por ley. Obligan a muchos a aplaudir por tener algo para comer. La denigración en grado extremo se ha apoderado de nuestra sociedad.
Dentro de estos planes han copiado, adaptado y creado diferentes figuras para perfeccionar el sometimiento, los CLAP por ejemplo (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), son las estructuras que inventó el gobierno para distribuir los alimentos (importados todos ellos con dólares preferenciales) y luchar contra la supuesta “guerra económica” que azota a la población. Sin embargo, este sistema es manejado con la más despiadada discriminación pues distribuye algunos alimentos de la canasta básica, en los barrios populares más leales al narco-régimen, bajo la estricta condición de aplaudir sus arengas comunistas. El Carnet de la Patria, otra creación de la revolución, se usa simultáneamente con una tarjeta de débito y un documento de identidad, es otra forma de pacto de fidelidad con el régimen.El régimen es tan inhumano que al militante de un partido de oposición o a quien haga manifiesta su inconformidad con el narco-régimen es excluido del sistema, le anulan las tarjetas y le niegan la bolsa de comida, que por cierto, no son regaladas sino pagadas por los venezolanos (por cierto venden la comida que otros países, como México han donado como apoyo a la crisis alimentaria). El resultado es que el 75 % de la población venezolana no come 3 veces al día, según reconocidas encuestadoras internacionales y la desnutrición se está convirtiendo en una causa común de mortalidad infantil. Esto suena a fría estadística pero es un drama humanitario que se profundiza día a día en la tierra de Bolívar, somos víctimas de energúmenos asesinos que solo luchan por mantener el poder que les aumenta la riqueza corrupta cada vez más.
Enmarcandonos en los acontecimientos de este fin de semana en curso vemos como estas piltrafas del CNE y la Sala Prostitucional del TSJ , títeres de los esbirros mayores, ponen una vez más una trampa para “acceder” a nuestro legítimo derecho de elegir. Esta triquiñuela de poner una condición de Validación a los partidos es burda y burla toda ley empezando por nuestra Constitución. El día de ayer iniciaron el proceso con los partidos que se aventuraron a saltar el obstáculo inventado y se presentaron todo tipo de malandrerías: Haciendo preguntas fuera de lugar, solicitando requisitos no relevantes o inapropiados para mofarse de los venezolanos que quieren cumplir con esa nueva prueba. En Monagas las maquinas llegaron a las 12 de mediodía, piden acta de defunción a una persona presente, entre otros desatinos hechos con el claro propósito de desmotivar e impedir lo que ellos mismos inventaron.
Por estas razones, por el vertiginoso aumento del costo de la vida y muchas razones más, estoy seguro que la narcorevolución no cree en diálogos, ni en rectificaciones, ni en instituciones. Los malandros no tienen palabra y solo conocen la ley del plomo y solo a fuerza de plomo saldrán los malandros de Miraflores. No hay mal que dure cien años y a este gobierno le queda muy poca historia que contar.
Forjando espíritu y consolidando verdaderos valores patrios, sigo dando la pelea con lo único que me queda MI PLUMA y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba @josegbricenot“El Gato” BriceñoTwittearEnviar este artículo a tus seguidores