Hay tantas clases de periodistas como formas de ejercer la profesión. Evidentemente en esta sociedad tan diversificada y ahogada por los resultados, al final el producto se convierte en algo muy similar, pero todavía quedan, o al menos quedaban, formas de hacer un periodismo distinto.
Hoy he podido asistir a un "Almuerzo de trabajo", lo que viene siendo una suerte de charla mientras se come. El asunto tratado pivotaba en torno a la 'Economía Sostenible' y el ponente era Emilio Ontiveros.
La cuestión es que le he contado a un viejo compañero de Facultad que iba a personarme en este acto vestido de camisa y con zapatos, como requiere la ocasión, y él me ha preguntado si Jon Sistiaga o Ramón Lobo se ponen traje para hacer su trabajo. Entonces ha nacido en mi cabeza la idea de dos formas y maneras distintas de hacer la misma cosa: informar y comunicar.
Quede claro desde ya que no diré que una es mejor que otra, que una es totalmente humana y la otra no, o que una es para un público al que la otra no puede llegar. Es simplemente algo que me parece curioso.
Por ejemplo, el trato con las fuentes es muy diverso. Mientras que en el periodismo económico las fuentes suelen ir de traje y te invitan a comidas para que hables bien de su empresa, se convierten en forma de índices que suben y bajan o de números que pasan del positivo al negativo en cuestión de segundos, el periodismo de 'sistiagas y lobos' tiene como fuente al narcotraficante del lugar, un sintecho o un simple vendedor de cerillas, sus fuentes llegan a pedir un trozo de pan a cambio de una información, o sus fuentes son ellos mismos en medio de la nada.
Luego tenemos el trato con la propia información. El periodista económico tiende a querer formar parte de esa mentira, de ese tinglao que se monta en torno a vino blanco y canapés de salmón, mientras que los 'sistiagas y lobos' quieren pasar desapercibidos, entre otras cosas porque a veces la vida le va en ello, no quieren formar parte de nada, es más, a veces piensan en esos canapés, pero la mirada de alguien cuyas palabras son el silencio les impulsa a poner los cinco sentidos y ser la voz de quien no la tiene.
No quiero seguir, entre otras cosas porque tirar piedras contra mi tejado no es lo más procedente del mundo. Es más, no pretendo que nadie se moleste, las dos formas de hacer periodismo son necesarias, y ambas vitales para que un periodista sea lo que es: un interprete de la realidad.