Si a uno le ponen una película titulada Relatos Salvajes sin conocer absolutamente nada sobre ella, lo último que esperará es que sea la obra más desternillante que haya visto en años. Y es que la obra del argentino Damián Szifron (producida por Almodóvar) no es solo extremadamente divertida, sino sobre todo, absolutamente inteligente. Si el espectador ve el tráiler probablemente no se enterará de absolutamente nada, ya que el mecanismo de la película es muy difícil de resumir en 2/3 minutos.
Relatos Salvajes es una película coral, que nos muestra en concreto seis historias, seis protagonistas y seis escenarios diferentes. Pero todos ellos están unidos por un elemento en común: la violencia. Pero no es una violencia de sangre y tripas, es una violencia cotidiana, que puede ir desde la propia palabra, hasta la riña entre dos conductores. Esta violencia es llevada a un punto insólito en cada una de las seis tramas, y a través de un guion milimétrico genera situaciones muy divertidas que hacen reír a carcajadas al público.
Relatos salvajes está basada en una serie de Steven Spielberg del 85 (raro ejemplo de un país como Argentina adaptando unas obras estadounidenses), titulada Cuentos asombrosos. Lo que hace del film una gran obra es saber llevar el tema de la pérdida del control y de la brutalidad al territorio de la comedia. La dirección es acertada, la interpretación muy notable y el guion excelente. Una gran película argentina que entre risa y risa no deja de ser una crítica abierta a las instituciones, a los dogmatismos, a la continencia y a cada uno de los seres humanos de este planeta.