Es evidente el impacto que tiene la violencia como tema recurrente en las producciones asiáticas contemporáneas. Ya sea en Japón, China o Corea, la sangre y los golpes son motivos repetidos una y otra vez en los films que proliferan en estos países. The target, del director Chang, no es una excepción. Pero, pese a ser un elemento constante durante toda la obra, la violencia tiene un papel secundario, ya que no es del todo metafórica, es gratuita.
El argumento de la obra es muy vago. Es una historia difícil de resumir que mezcla venganza, cine policiaco, de gángsters y la temática que a mi parecer es la más relevante: la corrupción. Ese es el punto más potente de la película. Entre las risas que pueden surgir del patetismo y el cutrerío de los coreanos y más allá de los disparos y los puñetazos, The target lanza una dura critica al sistema político y policial de su país. Una critica extrapolable a muchísimos piases del mundo. De forma cómica se cuela un mensaje social y nos revela, como muchas otras películas y series de televisión lo han hecho, que hasta el más malo de los corruptos tiene otro gran corrupto que lo controla.
Pero la critica oculta en la película no arregla demasiado su calidad. El argumento sin chicha y la violencia sin un claro pretexto anulan toda función social de la obra. Eso sí, siempre nos quedará la posibilidad de disfrutar de la acción gratuita y el humor tan singular de los coreanos.