I am a hero es una película concebida única y exclusivamente para entretener y divertir al espectador. Probablemente por esta razón se ha alzado con el premio del público en el festival de Sitges. Pese a su voluntad comercial, hay que reconocer que I am a hero es una obra bien construida visualmente y probablemente el mejor film de zombis dentro de la sección oficial del certamen. Sin reinventar los códigos o la estructura de este tipo de películas, el film tiene secuencias memorables dignas de recordar. La mejor de ellas sucede en el primer momento en que vemos varios zombis infectando a humanos, en la fase de inicial de la epidemia donde reina el caos y el estrés. Para este momento se eligen planos secuencia largos en una localización muy peculiar pese a desarrollarse la historia en Japón. Se trata de una zona urbana, de ancha carretera, con bullicio de personas pero sin los grandes rascacielos característicos del país nipón. En ella la atmósfera de libertad y vacío es contrastada con la tensión de los ataques de los infectados.
I am a hero destaca por la buena cohesión y disposición del humor imbricado con la situación dramática/terrorífica. Es una obra que divierte más que horroriza y que recurre constantemente (a través de sus buenos efectos visuales) a complacer el espectador que busca sangre a borbotones y muertes constantes. Pero desde un análisis más profundo I am a hero se centra demasiado en su aspecto formal y desarrolla muy poco su discurso. De hecho, la segunda parte del film se desarrolla en un centro comercial y es clara la inspiración en El amanecer de los muertos vivientes. Ni si quiera acaba de desarrollar sus detalles más originales, como la creación de un personaje híbrido entre zombi y humano que pese a ser protagonista nunca se acaba de desarrollar.