


La isla tiene dos puertos de entrada: el de Skopelos, que además del nombre de la isla es el de la capital y principal ciudad, y también el diminuto puerto de Loutraki situado a los pies de Glossa, la segunda localidad en número de habitantes.
Pasamos cuatro noches en la isla la cual recorrimos en un coche de alquiler de arriba abajo. Sus pequeñas dimensiones (95km2) permiten ir de una punta a la otra en menos de una hora. También circula una línea de autobuses pero la frecuencia es escasa, por lo que alquilar un coche o una moto supone una mayor independencia y el acceso a algunos rincones donde el bus no llega.Los cortos trayectos son una atracción en sí mismos y merece la pena ir haciendo paradas para contemplar las vistas.
En las cunetas de muchas carreteras se encuentran pequeñas capillas como recordatorio a alguien que ha perdido la vida en accidente de tráfico o, simplemente pidiendo protección a algún santo. 
Y ¿qué se puede hacer en Skopelos? Pues básicamente, disfrutar de sus magníficos paisajes y de sus puestas de sol, de sus paradisíacas playas, pasear por sus pueblos, visitar los monasterios y sobretodo curiosear. Esto significa caminar sin prisa por las empinadas calles de Skopelos o de Glossa, sentarse en una taberna saboreando un café frappé o una cerveza bien fría mientras se contempla el tranquilo paso de las horas.La vegetación de la isla es típicamente mediterránea y además de pinos y olivos se ven también viñas, higueras, almendros y algunos árboles frutales. A pesar de que los locales me aseguran lo contrario, a juzgar por la maleza que crece en los campos, me da la sensación que tienen los olivares medio abandonados. Poco más de 4500 personas viven en Skopelos durante el invierno. La mayoría de isleños se han buscado la vida fuera y vuelven en época vacacional para explotar pequeños negocios turísticos, la mayoría de carácter familiar.LAS PLAYASA pesar de que no nos entusiasma la playa, no pudimos resistirnos a sus encantos. Una de las playas más conocidas es la de Kastani. La playa es de película, nunca mejor dicho, pues fue donde se rodaron varias escenas de la película Mamma mia en el año 2008. Una pasarela de madera conduce del parking de coches hasta la playa, pasando por un encantador chiringuito rodeado de césped, flores y mesitas con cojines en el suelo bajo la sombra de los pinos. Hay gente pero no demasiada. El agua es de una transparencia absoluta pero demasiado fría para mi gusto. Enfrente el islote de Dasia, completamente cubierto de vegetación. 

La playa contigua, Milia, es ideal para nadar y un poco más larga que la de Kastani.
También estuvimos en Glysteri, una pequeña playa de guijarros escondida entre colinas recubiertas de olivos. Aquí comimos en un acogedor restaurante llamado To Palio Carnagio regentado por varios miembros de una misma familia. Tienen incluso un pequeño museo con utensilios del campo y piezas tradicionales.Comimos un delicioso pulpo, calamares, berenjena rellena y ensalada griega, todo para chuparse los dedos.




Como curiosidad, decir que aquí también se filmaron algunas escenas de la película y es donde se encuentra el arco de piedra que da entrada a Villa Donna, la bonita aunque ruinosa casa de la protagonista Meryl Streep. Tras el arco que nadie espere encontrar Villa Donna (era un decorado de Pinewood Studios en Londres) sino que se encuentran las mesas del restaurante comentado. 
En Loutraki, al otro lado del puerto, hay una pequeña playa de aguas limpias y transparentes. Me imagino que en pleno mes de agosto estará más concurrida, pero nosotros estuvimos prácticamente solos. Se puede comer en la antigua taberna y degustar la rica gastronomía de la isla, probar el vino local y el famoso pastel de queso de Skopelos, una especie de pastel enroscado relleno de queso de cabra. Aunque lleva el nombre de la isla, parece ser que “robaron” la receta a la vecina Alonissos que reivindica también su parte de mérito.




Otras playas que visitamos, todas ellas preciosas, fueron las de Andrines y Panormos que se encuentran en la costa Oeste igual que Kastani y Milia o Stafylos y Agnontas, en la costa Sur.
LAS CIUDADESSkopelos. La primera impresión al llegar a Skopelos es la de un pueblo que enamora, con la imagen de las blancas casas recubriendo la colina sobre el puerto que bordea la bahía. El paseo marítimo es la parte más turística, lleno de tiendas y de pequeños restaurantes que ponen difícil la elección.



Paseando por sus estrechas calles nos vamos encontrando iglesias y ermitas de un blanco deslumbrante intercaladas entre las casas. Éstas son de dos o tres pisos y muchas de ellas tienen un balcón de madera. Las puertas y ventanas están pintadas con alegres colores que rompen la monotonía del blanco de las encaladas paredes. Bonitos rincones llenos de flores y una paz absoluta hacen el paseo muy agradable.




Glossa es la segunda localidad de la isla aunque mucho más rural que Skopelos. Se encuentra a unos 250 metros sobre el mar con unas vistas impresionantes sobre el pequeño puerto de Loutraki. Glossa y Loutraki están unidas por carretera y también por un sendero empedrado bastante más corto. La subida es infernal, el calor empieza a notarse y las abejas nos van persiguiendo a lo largo de todo el camino. Por aquí hay colmenas repartidas por todas partes, uno de los productos que más se produce en las Espóradas.
El paisaje es básicamente de olivos y alguna viña, también almendros, limoneros, higueras y granados. Al llegar a Glossa nos sentamos en un bar de la plaza donde los viejos del pueblo toman el fresco mientras sus ágiles dedos juguetean con el koboloi, esta especie de rosario pequeño que tienen la mayoría de varones.Las edificaciones son similares a las de Skopelos aunque menos cuidadas y en un ambiente mucho más rural. La gente se saluda con un kalimera (buenos días en griego), los gatos van a sus anchas y los niños juegan a ladrones y policías con pistolas de agua pero se lo toman tan en serio que tras un tatatatatata simulando el sonido de una ametralladora se dejan caer muertos rodando calle abajo. Glossa es la imagen de un pueblo auténtico que poco o nada se ha visto influenciado por las avalanchas de turistas que invaden muchas localidades de las islas griegas.





















