Otra crónica mas del Sonisphere a cargo de Master Angel. En esta ocasión, nos relata sus punto de vista del concierto de Slayer, que tocaron en el escenario principal, justo antes de Metallica. Como de momento no tengo fotos para acompañar el post, os dejo un enlace a la pagina del Sonisphere, donde se puede ver una Gigafoto, durante el concierto de Slayer, donde incluso te puedes buscar y etiquetar en fbk!!!! Gigafoto!!!
Terminó la actuación de Within Temptation en el escenario 1 y caía ya la tarde sobre el Auditorio John Lennon en Getafe, mientras iba repasando mentalmente todas las veces que he podido ver al grupo que en su día grabó lo que se ha calificado como “el álbum más duro de todos los tiempos”, según la revista Kerrang!. Estoy hablando de Slayer, y ese álbum es Reign in blood, editado en 1986, piedra angular de la carrera de un grupo que se ha caracterizado siempre por dar a su público justo lo que quiere, al acelerar el tempo hasta el punto de que diez cortes no llegasen a media hora de duración. Gracias a ese disco entró con honores en lo que se ha definido como The Big 4, junto a Metallica, Megadeth y Anthrax.
Debido a sus cambios de formación, pocos, pero los ha habido, los había visto con Dave Lombardo, antes de sus múltiples salidas de la banda; con Paul Bostaph, su sustituto; de nuevo, con el baterista cubano, volviendo cual hijo pródigo… Pero nunca había faltado Jeff Hanemann, el rubio guitarrista, fundador y uno de los máximos compositores del combo, pues todavía continúa recuperándose de la fascitis necrotizante de su brazo, producida por la picadura de una araña a principios del año pasado, algo que estuvo a punto de costarle la vida. Aún así, el resto de la banda decidió “adoptar”, por el tiempo que fuese necesario, para suplirle a Gary Holt, guitarrista de Exodus y máximo culpable de temas como Piranha, Bonded by blood o War is my shepherd. Mientras tanto, los pipas de Within Temptation se mezclan en el escenario con los de Slayer para adecentarlo para la actuación de éstos últimos, tomando fuerza sobre todo el clásico telón negro con el logo del grupo y las cinco espadas cruzadas formando el pentagrama. Tras la pertinente prueba de sonido, todo está preparado para que Dave Lombardo empiece a baquetear como un poseso, y darle a sus piernas una señora paliza manejando el doble bombo, mientras que Tom Araya se adueña del centro del escenario, flanqueado por Kerry King (derecha) y Gary Holt (izquierda), quien hace un guiño a su banda, llevando en su brazo derecho una muñequera en la que reza el nombre de Exodus.
Los dos guitarristas compiten con los riffs de sus guitarras mientras Araya se desgañita ante el micrófono en "World painted blood", de su último disco en estudio, aparecido hace tres años. Le sigue el primer single de esa grabación, Psychopathy red, en la que ambos guitarristas utilizan la pasarela que rodea el black circle que se ha montado para la siguiente actuación: la de Metallica. El vocalista está particularmente parado en su sitio, algo normal si analizamos sus anteriores problemas con el vértigo, dolores de cuello y espalda, que sus médicos le diagnosticaron al realizar salvajes headbangings, y con una voz que casi no se llega a oir, nos introduce en el primer clásico de la noche, "Die by the sword", de su álbum debut Show no mercy. En ella, Gary Holt nos deslumbra al sacar esas notas creadas por Hanemann de su Jackson teñida de gotas de sangre, mientras el ahora calvo Kerry King agita su cabeza intentando buscar sus melenas de antes, para enlazar con otra pieza del pasado, "Chemical warfare", aparecida en el EP Haunting the chapel. Una grandísima versión en directo del "Mandatory suicide", con el público coreando el estribillo, sería la siguiente en caer. Un pequeño parón y volvemos a lo que es su último larga duración, con Tom Araya volviendo a susurrar el título del próximo tema, "Hate worldwide", para luego gritarlo hasta la extenuación una vez comenzado. Vuelta al pasado: "Altar of sacrifice" y "Jesus saves", de su aclamado Reign in blood, del cual ya se ha hablado en el primer párrafo. De nuevo, el bajista y cantante de origen chileno (quien no dijo ni un “gracias” en castellano, pese a hablarlo perfectamente: sólo se dirige al público en inglés, algo muy típico en él) se acerca al micrófono y comenta: “Dance with the dead in my dreams / Listen to their hallowed screams / The dead have taken my soul / Temptation´s lost all control”. Esto se ha convertido en la forma habitual de presentar un temazo del Seasons in the abyss, nada más y nada menos que "Dead Skin Mask", que suena de forma atronadora en el recinto. Esto supone un paréntesis, al fin y al cabo, un pequeño respiro, pues de uno de los cortes más “tranquilos” de los californianos nos adentramos en la vorágine final de sus conciertos: un brutal "Raining blood" parece querer teñir de rojo el escenario, mientras que un mar de cuernos alzándose al aire lo festejan. Para terminar, lo hacen con "Angel of death", que trata sobre los experimentos que llevaba a cabo en Auschwitz el médico y criminal de guerra nazi Josef Mengele. Unos minutos más tarde, se oye el comienzo de "South of heaven", mientras la banda vuelve a salir al escenario para realizar el correspondiente bis, al que sigue "War ensemble", para poner punto y final a una hora de concierto, una hora de violencia sonora a través de trece canciones que nos llevan desde sus comienzos, allá en 1981, aunque no editarían su primera grabación hasta 1983, hasta la actualidad.
Un buen show, sin muchas florituras – Slayer no es de esas bandas-, en la que Gary Holt demostró que es digno sustituto del guitarrista de ascendencia alemana. Quizá a muchos no le llegue a gustar su actitud o su música, pero no se les puede negar que después de estos treinta y un años que llevan, siguen siendo unos de los más grandes. Y volviendo de nuevo a Reign in blood: habrá muchos grupos que lo hayan superado en velocidad, pero no en composición y actitud, y de eso Tom Araya, Kerry King, Jeff Hanemann y Dave Lombardo tienen muchísima culpa.
TEXTO; Master Angel