Revista Cultura y Ocio

Small axe: el mangrove

Publicado el 15 enero 2021 por Gerardo Pérez Sánchez @gerardo_perez_s
SMALL AXE: EL MANGROVE

Steve McQueen (aunque comparte nombre y apellido con el famoso actor) es un vigoroso realizador que rodó tres títulos importantes entre los años 2011 y 2018, logrando el reconocimiento y el aplauso casi unánimes de crítica y público. “Shame”, “12 años de esclavitud” y “Viudas” son unos largometrajes valientes, honestos, corrosivos y potentes. Con un Oscar y dos BAFTA ya en su haber, McQueen engrosa la lista de los cineastas a tener muy en cuenta. En el recién finalizado 2020 se ha embarcado en un ambicioso y extraño proyecto destinado a relatar la historia real del “Mangrove”, célebre restaurante frecuentado por la comunidad negra de finales de los sesenta y setenta en el barrio londinense de Notting Hill, así como la persecución y el racismo que la Policía ejerció sobre sus miembros y que dio lugar a la denominada “Marcha de los Manglares” en 1970 y al posterior juicio al que fueron sometidos nueve activistas, arrestados injustamente tras protestar junto a cientos de manifestantes contra la violencia policial ejercida sobre ellos. Y la extrañeza del proyecto estriba precisamente en que se ha rodado a la vez y sobre el mismo tema una película y una miniserie de cinco capítulos, si bien en mi caso sólo he visionado la primera.

Bajo el título de “Small Axe: El Mangrove”, nos presenta una cinta con clara vocación de denuncia que, aunque el público comparta el mensaje y se adhiera a la crítica implícita y explícita proclamada en cada minuto del metraje, le sitúa ante la obra menos lucida de su autor. El deseable entretenimiento, la agudeza visual, la intensidad narrativa y la valentía cinematográfica quedan relegadas a un segundo o tercer plano para, exclusivamente, convertirse en el cauce de un rabioso grito de indignación contra la lacra de la discriminación racial, indignación por otra parte plenamente justificada, tanto como la acusación derivada de unas actuaciones del todo injustas. Sin embargo, conviene no olvidar que estamos hablando de cine y que, por lo tanto, no procede arrinconar por completo las reglas básicas de filmación de una ficción, por mucho que se base en hechos reales.

Buena parte de la proyección provoca aburrimiento, especialmente en su hora inicial, plena de secuencias repetitivas y carente de un avance significativo de la acción. Es cierto que en la segunda mitad remonta en cuanto a ritmo e intensidad, pero la ira con la que se narran los acontecimientos termina por saturar al espectador. Mi impresión es que se trata de un film gestado como válvula de escape a una cólera contenida que tenía que derramarse de forma contundente, aspiración totalmente comprensible, defendible y amparable, pero que, si se decide emplear para ello el lenguaje propio del Séptimo Arte, no conviene centrar la totalidad de los esfuerzos en pregonar una moraleja y una reprobación de forma tan básica. En tal caso, resulta preferible decantarse por un documental o escribir un ensayo. El cine posee unas pautas vinculadas al entretenimiento, a la emoción y a la exaltación de los sentidos y de los estímulos, de modo que no le basta con ser un canal de expresión de quejas y denuncias, por muy loables que éstas sean y por más que se empatice con sus víctimas.

Numerosos planos muestran a los protagonistas clamando ante las injusticias que soportan y defendiendo con ira su libertad. El problema estriba en que se torna esencial aportar más contenido a las dos horas de metraje, a no ser que se prescinda de los espectadores y se centre en un desahogo personal, en cuyo caso “Small Axe: El Mangrove” constituye una pieza única y perfecta.

Dentro del apartado interpretativo destaca el actor Shaun Parkes, que realiza una actuación sobresaliente. Brilla en varios planos gracias a la intensidad de su mirada y su certera plasmación de la desesperación. Habitual participante de series de televisión, le hemos visto en la gran pantalla en “Diario de un escándalo” o “The Fight”. Le acompañan Letitia Wright (Shuri en “Black Panter”, y en la saga de “Los vengadores”) y Sam Spruell (“Valerian y la ciudad de los mil planetas”, “Blancanieves y la leyenda del cazador”).



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