
La situación que se avecina, según advierten las propias patronales, es peor. Este cuadro abrió un proceso de deliberación y de autoorganización en las plantas, que se expresó en asambleas “espontáneas” -tercerizados en Fiat, en Renault. Los trabajadores de VW, cuya comisión interna es independiente de la burocracia local, garantizaron el abandono de plantas del 27 -día de la movilización de CGT-, con asambleas y con cortes de ruta; y han debatido la necesidad de instrumentar un plan de lucha. La presión obrera seguramente influyó en la decisión de la directiva del Smata, de decretar el paro el 27 y de marchar a la plaza de Mayo con Moyano.
A pesar de que los alcances del paro fueron limitados -en la medida en que se decretó a partir de las 14 horas, afectando, fundamentalmente, a VW y a las concesionarias- tuvo un extraordinario significado, ya que puso en escena al corazón de la clase obrera industrial de Córdoba, además de implicar una ruptura con la directiva nacional del Smata que llamaba a boicotear el llamado de Moyano. No obstante, la burocracia local del Smata tiene una total adaptación a la política de suspensiones, actuando en consonancia con De la Sota.
La burocracia no tiene una salida a las reivindicaciones y a los reclamos que se manifestaron en la jornada del 27. La asamblea general tendría la enorme importancia de establecer una continuidad. Lancemos, entonces, una campaña por ella. Por la paritaria sin techo y por un aumento del 30%. Por la eliminación del impuesto a las Ganancias -mientras, que esté a cargo de la patronal. Por la prohibición de los despidos y de las suspensiones. Por el reparto de las horas de trabajo, sin afectar el salario.
Eduardo Salas