Revista Cine
Director: Gregg Araki
A Gregg Araki le debo mucho, extracinematográficamente hablando, y "Smiley Face" fue la película que dio inicio a muchas cosas sin que yo me diera cuenta. Hace unos seis años, antes de entrar a la puta universidad de mierda, me encontré en el cable con esta película protagonizada por Anna Faris, y vaya que lo pasé bien viéndola. Luego me puse a investigar la filmografía de Gregg Araki, a quien en un principio tomaba por director de comedias ligeras pero divertidas, para encontrarme con títulos tan sugerentes como "The Doom Generation" y "Totally Fucked Up", que en conjunto con "Nowhere" conforman, escuchen bien, la Trilogía apocalíptica adolescente. Veo las dichosas películas, quedo completamente loco y alzo a Gregg Araki como un puto genio, mi héroe personal. También veo "The living end" y menos dudas me quedan de su calidad. Intento hablar del cine de Araki pero nadie lo conoce (qué sorpresa), intento recomendarlo pero mucho caso no me hacen (oh, pero si un profesor les dice que deben ver a Araki entonces los lacayos corren a verlo como si su vida dependiese de ello... putos hipócritas, como si algún profesor fuese a recomendar a Araki, por lo demás). Solo como estaba, me puse a buscar en internet a otras personas que gustasen del cine de Araki, y bueno, me encontré con un blog que decía que "The Doom Generation" es la obra maestra gore de Araki, luego descubrí a Pen-ek Ratanaruang en el mismo lugar, después me dieron ganas de hacer un blog, y en fin... Se puede decir que Gregg Araki expandió mis horizontes.
Ya a finales de los noventa Araki se había apaciguado un poco; su incendiaria furia dio paso a una potente madurez que tardó en llegar cinco años, pues "Splendor", del '99, es una mierda indigna e impropia de él, mientras que "Mysterious Skin", del 2004, la contundente prueba de su madurez, es una oscura y delicada belleza que profundiza dolorosa pero honestamente en uno de sus grandes intereses: la sexualidad como rasgo esencial y fundamental de nuestra vida, de nuestra personalidad. En cualquier caso, lo que digo es que tras esa furia desbordante y arrolladora, la punta de lanza de su primera etapa, Araki ha ido aprovechando distintas características para abordar cada nueva película, usualmente partiendo de una ácida e irónica mirada al estilo de vida de la clase media estadounidense, de sus jóvenes. A veces de manera más seria que otra ("White bird in a blizzard" es un drama con todas sus letras), Araki posa su mirada en las familias, las instituciones, las costumbres. A veces, simplemente le da por tirar la casa por la ventana. Tal es el caso de "Smiley Face", un sencillo y modesto divertimento, una gozada de tomo y lomo en la que Anna Faris, tras comer un poco recomendable número de cupcakes de marihuana, se embarca en una delirante y lisérgica odisea en donde absolutamente nada puede salir bien, todo a partir de inofensivas tareas domésticas como por ejemplo pagar la puta cuenta de la luz. A simple vista destacan, primero, la casi irreal y onírica, casi de ensueño, fotografía de Shawn Kim, cuya imagen llena de fuertes luces y difuminados contornos es casi la viva expresión de una buena fumada (según las recreaciones en video que se pueden ver por ahí; yo soy de aquellos que no han fumado nada en su vida, y por suerte no es algo que me importe, prefiero mucho más hacer buenos cunnilingus). Más allá de lo anterior, "Smiley Face" brilla por su desfachatez narrativa y formal, por su completo desenfado al momento de, lisa y llanamente, configurar su relato en torno al gag visual-escrito y al delirio puro. Al principio la voz en off de Roscoe Lee Browne nos dice que "Smiley Face" trata sobre cómo una persona va del punto A al punto Z y todo lo que sucede entre medio, y eso es lo que vemos: una fumeta que va de cagada en cagada sin que pueda hacer nada al respecto salvo cagarla más, mientras Araki se divierte a costa d ella a través de mecanismos completamente autoconscientes, con imágenes, sonidos y un montaje que se recrean en la peculiar tragedia de la protagonista, emulando y/o parodiando distintos y variados géneros.
Decididamente kitsch, "Smiley Face" es el particular e improbable paseo de Araki por el lado feo de cierto tipo de vida estadounidense, y ojo que no faltan secuencias totalmente alucinantes y hasta simbólicas, como cuando las hojas del manifiesto comunista de Marx comienzan a llover encima de todos los personajes del relato, lo cual no puede significar nada, ¿cierto? Y, por supuesto, el monólogo de Anna Faris sobre la economía y la lucha de clases...
En fin, si se quieren divertir como nunca con una película retorcidamente hilarante, no duden en recurrir al buen Araki. Acá les dejo una pequeña muestra, ji, ji...