Hace año y medio el cuarteto de Chicago caía ciertamente en el catálogo lo-fi; y decimos de manera insalvable no tanto por convicción como por falta de fondos. Pero con un presupuesto de estudio no dudan en revelar lo que son capaces de hacer. No es un tema sólo de coste: en la borrasca de su anterior trabajo (Smith Westerns, 2009) ya se discernían las melodías. Dye it Blonde actualiza la baja fidelidad sin perder la inocencia.
Los temas se suministran en dosis rabiosas de delicado ruido y torpe insolencia; por ello, aunque la banda se ajusta a los parámetros rockeros del latigazo de tres minutos, la música se excede y en ocasiones alcanza alturas gloriosas. Es algo parecido a lo que sentí con Bandwagonesque. El truco está en que Smith Westerns visitan los paisajes comunes de la música de los años sesenta pero en ningún momento se dejan atrapar por ellos.
Weekend marca el tono, “los fines de semana nunca son divertidos a no ser que estés tú por aquí”, las letras no serán –en modo alguno- superficiales. No se han escrito para sobreponerse a las guitarras sino para pilotarlas. Nostalgia y diversión.
El movimiento afectado de piano, los coros pomposos y la elegancia de la guitarra de “Smile” nos muestra que no todo está perdido en la nube –ya lejana- en la que gobernaron Bowie y T. Rex. Pero la apuesta por el glam no evita en absoluto la afortunada revisión del rock británico de los años 90.
Antes de que suene la última nota, Cullen Omori se pregunta: “¿Eres un sueño, o algo intermedio? ¿Es esto fantasía o es que estoy de suerte?” Estamos de suerte.
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