No lo puedo creer, estoy a punto de hablarles de mi ida a la estética. Pues bien, allá voy, lo hago en honor a mi amiga Gaby y a mis tías que me han preguntado cómo me fue ese día y que querían ver el resultado. Se los cuento.
Todo comenzó una mañana en París, de esos días que el pelo no tiene forma por más que lo intentas, y sobre todo, a raíz de indicaciones médicas de evitar mojarme la oreja, decidí buscar un salon coiffure. El caso es que después de un buen paseo por la ciudad, el destino (ajá, el destino) me llevó directo a la estética de Jacques Dessange en la Rue du Chevalier de Saint-George, en el distrito 1. Entré con una mínima esperanza de tener sitio (ya saben, sin previa cita, en esta estética en París es casi imposible) y ¡tarán! Después de que revisaron la agenda (completamente llena, lo vi con mis propios ojos), tuve la suerte (nuevamente el destino a mi favor) de tener un espacio disponible.
Mi intención era simplemente un lavado y un brushing pero ya ahí, ustedes comprenderán que no me pude resistir a un corte, seguido de un recomendadísimo tratamiento de keratina. Pues bien, sonrisa en la cara, allá voy (todavía no puedo creer que esté hablando de esto, pero lo que hace uno por las amigas, jajaja). Como mercadóloga no pude evitar tomar nota de la llamada "entrega del servicio": una amabilidad por demás cuidada (la verdad es que siempre he tenido muy buenas experiencias con los parisinos), la limpieza del lugar impecable (y el uso de colores, batas, utensilios...bueno, no vi ni un sólo cabello en el suelo), el té (o Nespresso, que no es café, es Nespresso) à volonté, del cual pedí uno de menta perfecto para refrescar el momento, y la aplicación del tratamiento delicadísima, que merece mención aparte.
Lo del tratamiento de keratina empezó con la aplicación. Me sentaron en una (aparentemente) silla minimalista para lavarme el pelo, cuando de repente dejé de estar sentada y me vi ya acostada recibiendo un masaje capilar, ah, ¡y corporal también! A partir de ese momento, se convirtió en una experiencia. La silla masajea (no vayan a echar a andar su imaginación) durante todo el proceso.
La aplicación duró unos 10 minutos y lo dejaron actuar otros 30 (mientras yo estaba a punto de caer en brazos de Morfeo). Después, para buscar mejores resultados usaron un artefacto con luz ultravioleta, gafas puestas (innecesarias, porque Morfeo no me dejaba en paz) y voilà! De ahí al corte.
Le daba vueltas a la cabeza pensando en el corte. ¿Me atrevería a uno radical, un total make over? Al pensar en un corte parisino me imaginaría desde uno súper corto a la Audrey Hepburn o uno voluminoso y despampanante como Brigitte Bardot. Mmm...¿cuál sería el que me recomendaría?
Yo seguía con la sonrisa y la ilusión bien puesta ahí, esperando el veredicto. El estilista me miraba, me tocaba el pelo, sonreía y repetía todo este ritual un par de veces más. Yo ansiosa. Al fin, me dice que el largo que llevo es el adecuado para mí, que me haría un flequillo que me quedaría muy bien, clásico y siempre en tendencia y que un estilo femenino es que el que iría bien. Pues bien, me sentí aliviada y lo dejé actuar (creo que nunca estaré preparada ni deseosa para un cambio verdaderamente radical).
Como verán, me lo cortaron de pie (nunca antes me lo habían cortado así). Ansiaba también ver el resultado del tratamiento. Todo quedó justo como hubiera querido. Con un brushing que no he logrado replicar (¿por qué será que uno nunca puede peinarse otra vez igual que el día del corte?) y una textura en el pelo que nunca había sentido, nutrido, suave, sedoso y brillante, me convertí en una mujer feliz y renovada con la alegría para dirigirme directo a celebrarlo con champán, no, mejor a Ladurée.
¡Ah, la alegría que da una visita satisfactoria a la peluquería!
Pues bien, aquí están las fotos del antes y el después. Y con esa alegría recordada, les deseo un fin de semana.
Besos desde este comercial de cabello.
P.D. Si tienen oportunidad de hacerse ese tratamiento de keratina, se los recomiendo, les encantará.
---------------------------
I can't believe I'm about to talk you about my visit to the stylist. Well, here it goes, I do it in honor of my friend Gaby and my aunts who have asked me how it was that day and wanted to see the result. This is the story.
It all started one morning in Paris, in those days that hair seems to have own life, no matter how much you try to avoid it, and above all, following medical instructions to avoid wet my ear, I decided to find a salon coiffure. Anyway, after a walk around the city, destiny (aha, destiny) took me straight to Jacques Dessange in the Rue du Chevalier de Saint-George, in District 1. I went with minimal hope to have place (you know, without an appointment in this place, in Paris, is almost impossible) and what a surprise! After checking the agenda (completely full, I saw with my own eyes), I was lucky (again destiny working for me) to have a space available.
My intention was simply to have a wash and blow dry but being there, you will understand that I couldn't resist to have a nice cut, followed by a so-recommended keratin treatment. Well, smile on my face, here I go (still I can't believe I'm talking about this, but what one makes for friends, lol).
As marketer I couldn't help noting the "delivery of service": kindness (the truth is I've always had very good experiences with the Parisians), the place was spotless (and the use of colors, gowns, utensils...well, I saw not a single hair on the floor), tea (or Nespresso, which is not coffee, is Nespresso) à volonté, I asked for a mint one, and the delicate treatment application that deserves its own mention apart.
The keratin treatment started, of course,with the application. I sat in a (seemingly) minimalist chair to get washed my hair, when suddenly I saw myself not sitting but lying like in bed, getting a head massage, and a body one too! From that moment, it became an experience. The chair massaged me throughout the process.
The application lasted about 10 minutes and left 30 others act (as I was about to fall into the arms of Morpheus). Then, to have better results they used a device with ultraviolet light, glasses on (unnecessary because Morpheus didn't leave me alone) and voilà! Hence the cut.
I was thinking and thinking about the style of cut. Do I dare one radical, a total make over? When thinking of a Parisian cut I could think from one super short like Audrey Hepburn or a bulky and stunning one as Brigitte Bardot. Mmm...what would the stylist recommend me?
I continued to have this permanent smile, waiting for the verdict. The stylist looked at me, touch my hair, smiled and kept repeating this ritual a couple of times. I was anxious. Finally, he said that that long is the right for me, he would make me a nice fringe, classic and always in trend and a feminine style that would go great on me. Well, I have to say was relieved and left him acting (I think I'll never be ready or willing to have a truly radical change).
As you can see, he cut my hair standing (never before had cut like this). I also wanted to see the treatment outcome. Everything was just as I wanted. With a brushing that I failed to replicate (why is that one can never comb again like the day of the cut?) and texture in hair never felt, nourished, soft, silky and shiny, I became a happy and renewed woman full of joy, wanting to celebrate with champagne, no, better at Ladurée.
Ah, the joy that gives a satisfactory visit to the hairdresser!
Well, here are pictures of before and after. And with this remembered joy, I wish you a weekend.
Kisses from this hair advertising.
P.S. If you have the opportunity to try that keratin treatment, I recommend it, I loved it.