![Soberbia Soberbia](https://m1.paperblog.com/i/649/6494810/soberbia-L-nes0AI.jpeg)
Tropezarme con la soberbia es algo que gestiono mal, me violenta. Me he dado cuenta de que ante este proceder de algunos necesito unas sesiones de terapia para actuar con habilidad. Y últimamente me doy de bruces con más gente soberbia de lo que querría; estas personas me llegan a resultar más intragables que los 'bienqueda', los mentirosos o, incluso, me lanzo a decir, la gente mal educada.
El sentirse con poder frente a otros individuos, generalmente con puestos profesionales de inferior categoría, deriva con frecuencia en un ejercicio que denigra a la otra persona y trata de ridiculizarla. El militar y político argentino del siglo XIX José de San Martín, que hasta ayer no sabía quién era, acuñó supuestamente una frase que me ha inyectado paz y la posibilidad de visualizarla cuando me tropiece con otra persona de este calibre. Dijo que la soberbia "es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder ", con todo el respeto para las personas con discapacidad, que seguro que en su inmensa mayoría serán ante todo humildes. Sea realmente la frase de don José o no, y pido perdón ya de entrada si no lo es, lo cierto es que me ha generado una satisfacción enorme. He decidido aprendérmela para tenerla siempre presente.
Hace muchos años viví un capítulo de estas características con una jefa que escondía su inseguridad, incapacidad y falta de liderazgo con una soberbia pasmosa. Más de una vez, una más novata entonces, tuve que morderme la lengua en situaciones injustas para mí para no salir corriendo o romper a llorar de la rabia contenida. Y hace algún tiempo conté alguna de las lindezas que me espetaron en aquel entonces y que me sirvieron, sin embargo, para reforzar mi desempeño profesional.
Con los años y la seguridad que vamos adquiriendo una trata ante todo de ser honesta consigo misma. Es lo primordial. Además de esa honestidad, que no siempre es fácil de mantener, ser alguien intachable y ético es otra de las virtudes que más valoro de la gente. Con toda probabilidad no siempre lo habré sido; seguro que en más de una ocasión habré hecho o dicho cosas que de entrada no compartía, pero sí tengo claro que trabajo a diario para tener mi conciencia tranquila y, sobre todo, para no ridiculizar ni despellejar a nadie a lo largo de mi vida.
En otra ocasión me vi envuelta en otra circunstancia laboral en la que se nos puso entre la espada y la pared. Nos pedían firmar un documento interno ideológico con cuyo contenido estoy segura de que no estábamos de acuerdo la inmensa mayoría; sin embargo, y a sabiendas de que tendría consecuencias, quise dormir sin remordimientos. Las circunstancias de cada uno son diferentes y, respetando a otros buenos compañeros que al menos con humildad admitieron no poder permitirse en aquellos momentos un posible despido, yo me fui a casa muy triste, pero con la decisión tomada. Efectivamente, hubo despido al poco tiempo, justificado en el hecho de que "yo no tenía hijos que mantener" en aquel entonces. Pero de esto último, si quieren, hablamos otro día.
Imagen destacada: Camporro