Revista Opinión

¿Sobran los poetas?

Publicado el 03 enero 2017 por Santiagomiro
¿Sobran los poetas? El malagueño café Carpe Diem acoge habitualmente sesiones de micrófono abierto para poetas.
“No hay burbuja –contesta Manuel Borrás, editor de Pre-Textos  a Carlos H. Vázquez, en CTXT–, porque la burbuja es algo que surge artificialmente, carente de fundamento, como la burbuja inmobiliaria. Y la mejor poesía que se está escribiendo hoy es en inglés, español y portugués. Estoy maravillado con los poetas mayores y con los jóvenes, como Erika Martínez o Claudio Rodríguez. Si algo hay, es una crítica cobarde y acomodada: en unos valores consensuados y en la amabilidad con las grandes editoriales”. Recuerda que poetas lejanos visitan Madrid para participar en varios recitales. Pablo Benavente, nacido en 1989 en La Línea de la Concepción, Cádiz, fue en Granada donde quiso tener lo mismo que había visto en la capital. “Cuanto más visitaba Madrid, más me dejaba allí al volver”, reconoce. Al final, como el dinero escaseaba (y escasea), lo más viable era emular en Granada lo que había vivido fuera de ella. Yo quería un sitio donde poder leer, entrenar la dicción, ver si lo nuevo que iba escribiendo gustaba”. Y, cuando vio la respuesta de la gente, surgió la intención opuesta: mover la poesía, que Granada recuperara su lugar, no sólo en el académico e histórico.
“Cuando empecé a recitar, hará unos siete años, apenas se conocían las jams de poesía o micros abiertos –dice Kris León, una malagueño autor de “Animal de deseo”–. Es algo que paulatinamente se ha ido trasladando del plano musical al literario y, sin duda, ha ayudado a que muchas personas de todas las edades que no leían poesía se acercaran con naturalidad, e incluso se engancharan”, aclara la poeta. En Aleatorio, bar de la calle de Ruiz, nº 7, en Madrid, recitan cada miércoles los abonados a las jams que allí se convocan. La media de edad roza los veintidós años, y allí se dejan ver barbas, pelos largos (sueltos o con moño), sombreros, gorros y estilos más o menos bohemios.
“Como todo en esta vida –cuenta Benavente– hay trasfondo y  razones. Poca gente se hace abogado para mejorar la situación judicial del país, y mucha para forrarse. El mundo del arte siempre ha estado ligado a la sensualidad, al erotismo y al libertinaje. Estoy convencido de que mucha gente se fuerza a escribir para pertenecer a ese mundo y ganar el empuje que necesita para saltar esas inseguridades”.  Internet ha querido juntarlos a todos. “Llevaba años publicando mis textos y poemas en un blog –recuerda Elvira Sastre, precursora de la denominada nueva poesía–. Después, di el salto a las redes sociales y mis publicaciones comenzaron a ser muy compartidas y recomendadas. A los pocos días, la editorial contactó conmigo y me propuso publicar el que sería mi primer libro”, expresa Sastre, quien ahora lanza “La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida” (Visor, 2016) y reedita en edición especial su obra más conocida: Baluarte (Valparaíso, 2014).
Según el Gremio de Editores, la facturación en los últimos cinco años por tamaño de empresa se ha reducido en los cuatro grupos (pequeña, mediana, grande y muy grande). A pesar de este descenso, “las cifras son algo más positivas para el grupo de las editoriales más grandes”. Partiendo de las cifras que dejaba 2013, los títulos de poesía y teatro habían facturado 8,07 millones de euros. Cifra minúscula si se compara con los 218,66 millones de euros que había facturado la novela contemporánea en ese mismo año. Dos años después, el verso y el drama facturaban aún menos: 6,65 millones de euros. A pesar del descenso, en 2013 se editaron 812 títulos de poesía, hasta los mencionados 921 volúmenes editados en 2015. Cada libro de poesía ronda los 12 euros.
En movimientos como ese, Borràs reconoce algo que le ha ocurrido varias veces a lo largo de sus cuatro décadas de carrera: “Más que burbuja, hay oportunismo. Nosotros publicamos a los autores noveles y, en cuanto venden, las grandes editoriales se los llevan. Está muy bien hacer una buena edición de Göethe, pero hay un editor, de una pequeña editorial, que le descubrió, y gracias al que estamos leyéndole hoy. Ese es un trabajo que hacemos nosotros, no las grandes firmas”. Los más de cien manuscritos que Pre-Textos reciben cada mes les persuaden de buscar a sus nuevos talentos, como ocurre en otros casos, a través de las redes sociales.

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