Sobre adaptaciones
True Blood empezó a ir por libre con la adaptación de las novelas de Charlaine Harris a partir de la segunda temporada. Lo más obvio fue que Lafayette sobreviviera y el cadáver en el coche de Bellefleur, jugándonos una mala pasada a los lectores (pero a la vez buena, dado el potencial del cocinero del Merlotte’s), era el de esa mujer que estafó a Tara y a su madre.
Más adelante conocimos a Maryann, la villana de la temporada un tanto distinta de la versión escrita, y además, los personajes secundarios empezaron a tener tramas nuevas para tener más minutos en pantalla sin centrarnos sólo en las aventuras de Sookie.
El problema con True Blood no está en la transición de libro a guión, puesto que es comprensible que se requieran crear nuevos detalles que hagan la historia más visible (sobretodo para llenar los aproximadamente 50 min. de cada episodio). Pero cuando Alan Ball & co. se pusieron a mezclar tramas de libros posteriores, adelantando sucesos de la historia antes de tiempo y a forzar un cambio en los personajes para que vayan por otro camino, el proyecto se les empezó a ir de las manos.
Se puede saber qué pinta Bill siendo Rey de Louisiana? Y toda esa trama de Sam y su hermano? Eric mata a Claudine? Por no hablar de la bruja Antonia Gavilán de Logroño…
La primera vez que sentí una especie de desagrado hacia la serie fue cuando empezaron a mostrar lo que sería la trama de las hadas. Pero la aparición de Marnie (Fiona Shaw) como la bruja de la temporada y la posesión por Antonia Gavilán de Logroño, ha sido la gota que ha colmado el vaso.
Intento comprender hacia dónde quieren ir a parar con la serie, pero no veo un futuro claro. Desde luego, queda mucho por contar de los 11 libros publicados ya de los vampiros sureños, pero están complicando tanto las historias que temo (casi más bien deseo) una cancelación de la serie antes de poder verlas completadas.
Porque la palabra es cutre. Sí, cutre. Porque si no os lo pareció el momento de intercambio de sangre entre Sookie y Eric (con una mala versión de la famosa escena de la ducha) y toda esa fantasía, no me podréis negar que el momento de la posesión de Lafayette y el espíritu de esa mujer saliendo de su cuerpo con unos efectos especiales de lo más pobres, dio vergüenza ajena.
Yo soy la primera que admite que son necesarios algunos cambios en todas las adaptaciones, en cine, televisión o donde sea. Pero si las novelas de Harris ya no son una muestra ejemplar de narrativa de calidad, lo que están haciendo con la serie hace que prefiera leer la saga antes que verla.