Hoy nos ha dejado Alfredo Landa. Pese a la casi obligada inactividad del blog, no podía dejar pasar este momento y escribir unas lineas sobre este ilustre actor español. Pensaba recordar algunas de sus películas que me gustaron y llegaron hondo, pero son tantas y tan poco mi tiempo que quizá sea bueno dejarlo para otra ocasión. Me centraré en los sentimientos más cercanos y emotivos para no alargarme.No puedo dejar de relacionar a Alfredo Landa con mi padre. Fue con él con el que de pequeño empezé a ver sus películas, y sus buenas recomendaciones, un similar humor y un cierto parecido físico enlazaron las dos figuras de manera inseparable en mi memoria. Bien es cierto que comencé por sus comedias de los años sesenta y setenta, españoladas las llaman, pero por aquel entonces cumplían a la perfección el cometido de echar unas risas en familia y pasarlo genial. Con el lazo ya establecido, después llegarían obras menos cómicas, más profundas y serias que acabarían por afianzar la relación. Como decía, son tantos los buenos personajes interpretados por Alfredo que me resultaría imposible quedarme con alguno. Pese a todo, destacaré a un mecánico madrileño que cogía su moto para pasar un puente en Torremolinos y que se encontraba con multitud de visicitudes en su camino. Cada vez que paso por la Mancha y cruzo un camino de cipreses que conduce al cementerio del pueblo se me encoge el corazón. Con toda seguridad no sea su mejor película pero me llegó muy hondo.Hoy Alfredo ha dejado el mundo de los mortales para pasar a la inmortalidad, porque igual que disfruté de sus películas primero con mi padre y familia, espero hacerlo en el futuro con los dos pequeñajos que a día de hoy me roban horas de sueño, para que conozcan a este pedazo de actor navarro cuya muerte hoy me ha emocionado y por eso escribo estas palabras. Hasta siempre Alfredo y bienvenido a la inmortalidad que sólo se merecen los grandes hombres (aunque fueras bajito, cosa que no te impedía ligarte unas cuantas suecas ¡Ole!).