Revista Sociedad

sobre amigos y enemigos

Publicado el 11 agosto 2010 por Luiscercos

sobre amigos y enemigosEn estos días de buen tiempo (aquél que tiene que hacer en cada momento, más allá de que haga frío o calor) leer el periódico es, como siempre que estamos descansados o semidescansando, una buena opción para acompañar el desayuno y empezar la jornada.
He leído hoy con interés una noticia que nos llega desde la Córdoba argentina (primera página y página 12 de EL PAÍS, 11 de agosto de 2010):
VIDELA HUYE DE GARZÓN DESDE EL BANQUILLO. El ex-dictador abandona su juicio ante la presencia del juez, que fue insultado.
Primera cuestión: no comparto el subtítulo. Un dictador nunca deja de serlo. Lo que deja es de estar en el poder, que no es lo mismo. Por lo tanto, Videla, al dejar el cargo que usurpó tras el golpe militar del 24 de marzo de 1976 podrá ser tratado de ex militar (tras la recuperación de la democracia argentina fue juzgado y condenado a prisión perpetua, y destituido de su grado militar por los numerosos crímenes contra la humanidad cometidos por y durante su gobierno) y, si acaso, de ex presidente del antiguo gobierno antidemocrático de la República Argentina. Pero con relación a su condición de dictador, lo será hasta que se muera, pues nunca, nunca, nunca, podrá dejar de serlo.
Segunda cuestión. Dice un buen amigo mío que a cierta edad, la verdadera altura de nuestros logros se mide, no por las personas que puedan dar buenas referencias de uno, sino más bien por la entidad de tus enemigos. En conclusión, al final de los curricula es más esclarecedor referenciar a los que no te quieren que a los contrarios. O lo que es lo mismo, Baltasar Garzón, enemigo de narcos, enemigo de terroristas, enemigo de Pinochet y sus secuaces, enemigo de Videla y de los suyos, enemigo de la extrema derecha española es, por méritos propios, uno de los españoles más importantes de la historia reciente. Y ese es su gran logro y el legado que deja a los demás.
Ojalá hubiera muchos hombres, españoles o no, que pudieran ser merecedores de crónicas periodísticas como esta:
“El magistrado español Baltasar Garzón fue abucheado e insultado por familiares de militares juzgados por crímenes durante la dictadura argentina cuando asistió ayer entre el público a una sesión del proceso en la ciudad de Córdoba”.
Tercera cuestión: la razón está por encima de la sangre. No se puede elegir a tu padre o a la madre que le parió. No se puede elegir al hijo que te tocó en suerte en el reparto de hijos. Pero si uno u otro, padre o hijo de uno, es un asesino (Videla suma ya cuatro condenas a prisión perpetua por violaciones de los derechos humanos), lo menos que se puede hacer es retirarse discretamente a un segundo plano, reconocer como legítimos los íntimos motivos por los que, en contra de la fría lógica, les puedas seguir amando y pasar por la vida, con tu apellido y con tu estigma, de la manera más discreta posible. Porque lo contrario, hacer apología del asesinato o del terrorismo, es convertirse en cómplice. Inadmisible, por tanto, que ocurran cosas como ésta:
Ayer, el ¿ex? Dictador, de 84 años, decidió retirarse de la sala en la que está siendo juzgado en protesta por la presencia de Garzón. Los otros acusados siguieron sus pasos, mientras sus familiares soltaban una catarata de insultos contra el juez: “Vivan los cristianos de España, vivan los falangistas, vaya por los terroristas de ETA”, gritaban.
Lo dicho, inconcebible.
¿Y por qué hablo de todo esto en un blog de arquitectura? Pues porque este blog es mío, porque no puedo callar a lo que me molesta y porque la menor de mis hijas es, maravillosamente, argentina.
Y porque callar a estas cosas es destruir los principios por los que trabajamos, construimos y vivimos.
Luis Cercos


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