Esto lo escribí hace un par de meses:
Ciertas calles invitan a recorrerse, no es que sean centros turísticos o que tengan algo especial. Simplemente son amables, se muestran y permiten la entrada a desconocidos. Otras, tristemente, son hostiles; no es que haya pobreza o delincuencia. Las casa muestran repudio, sus árboles y plantas encaminan el abandono. En esas calles me siento ajeno, un extranjero en una tierra sin corazón.