Hay una expresión que, al parecer, se utiliza en el mundo del periodismo: “perro no come perro”.
Yo nunca la había oído hasta ahora, lo cual querrá decir que ni soy periodista ni ná de ná, lo cual no me avergüenza lo más mínimo. Siempre lo he dicho (gracias a Nuño Domínguez por su crudeza al recordármelo una noche en un BFS, es lo que tienen las cervezas: que sueltan la lengua).
Pero es verdad: no soy periodista, yo hago comunicación científica y soy una vendida a mi labor de dar a conocer la ciencia al público general, pero sin realizar la dura labor de contrastar esa información. Utilizo los artículos científicos y me fio de ellos porque en el proceso mismo de elaboración de un artículo científico (falsable y que, por supuesto, puede contener errores) ya entran en juego procesos selectivos que dan muchas garantías. Y en la ciencia, uno utiliza el método científico, que implica que si en unos años otro artículo, utilizando mejor tecnología, contradice lo que antes se había afirmado como posible, pues se acepta la nueva propuesta y así se va avanzando en el concimiento.Nadie pone el grito en el cielo porque en algún momento se demuestre que se estaba equivocado.
Tal vez por eso, porque en el mundo de la ciencia los métodos no generan dogmas, me haya sentado tan mal lo del chaval este que ha plagiado en un conocido diario de Canarias. No me vale que digan que es inexperto (¡pero si ya en el cole nos enseñan que copiar no está bien!). No me vale que el periódico pida disculpas por tener a un “colaborador” sin cobrar (y sin hacer el esfuerzo siquiera de enseñarle). No me vale que, encima, cuando salen las críticas, los propios periodistas (algunos) salgan a decir que criticar este tema es contraproducente para el mundo del periodismo y para el propio chaval. No me vale que me digan eso de “perro no come perro”.
Yo como lo que me da la gana. A mí me comen cada vez que meto la pata y de eso aprendo. Faltaría más.