Muchas personas no son conscientes, o lo son solo de forma parcial, de los grados de estrés a los que se enfrentan todos los días. A menudo no conocen las causas más comunes del estrés, o sea los factores desencadenantes que pueden afectarnos en cualquier momento. El estrés es nuestra respuesta fisiológica a los sucesos cotidianos de la vida. En la actualidad el estrés parece algo inevitable y omnipresente. Miremos donde miremos, encontramos múltiples fuentes potenciales de estrés: La complejidad de la vida moderna ha elevado nuestros niveles generales de estrés y tensión; la tecnología, tanto en las comunicaciones como en el transporte, así como el crecimiento de la llamada “multitarea” que nos sobrecarga de actividades día con día. La tecnología de la información nunca duerme, y se manifiesta a través de los teléfonos móviles, los correos electrónicos, los intercomunicadores y demás instrumentos de control. Ya no hay momentos de inactividad. Nuestros sistemas de mantenimiento se están debilitando y nos sentimos cada vez mas abrumados. El calentamiento global, así como la contaminación del medio ambiente, tienen un efecto acumulativo y potenciador del estrés. Actualmente estamos expuestos con mucha frecuencia a un estrés crónico o constante.
El estrés surge cuando reaccionamos, desde un punto de vista físico y psicológico, al potencial de cambio de nuestro entorno. En esos casos nuestra mente reacciona con inquietud, preocupación o miedo, y nuestro cuerpo segrega hormonas y sustancias químicas relacionadas con el estrés.
Los sucesos causantes de estrés que escapan a nuestro control son innumerables. Sin embargo, podemos controlar nuestra reacción ante estos sucesos. Por desgracia, es frecuente que pasemos mas tiempo preocupándonos que intentando analizar las situaciones con comprensión y objetividad.
Tenemos muchísimas preocupaciones, pero la realidad es que la felicidad, la seguridad y la alegría son estados internos, y ¡son gratis! La preocupación no es más que un hábito, aunque un hábito negativo y molesto. La preocupación no ayuda a cambiar nada ni nos proporciona las cosas que de verdad necesitamos y queremos. La preocupación no produce cambios positivos o riquezas. Preocupándonos no cambiara nuestro futuro. Planificar el futuro es útil, pero no preocuparse por él. Preocuparse resulta un habito inútil, una respuesta condicionada que hemos aprendido de nuestros padres, nuestros profesores y nuestras comunidades. Desde un punto de vista intelectual sabemos que no funciona, pero los viejos hábitos son difíciles de cambiar. ¡Si pudiéramos dejar de preocuparnos tanto seríamos más felices! Además, padeceríamos mucho menos estrés.
Lo irónico del caso es que, desde una perspectiva mas objetiva, esta clase de estrés constituye una ilusión. No es real. Lo creamos nosotros mismos.
Los sucesos o percepciones que inducen una reacción de estrés son subjetivos y relativos. Nuestra libre voluntad determina nuestra reacción sobre estos sucesos. Nosotros elegimos: Estrés o confianza.
Liberarnos de las emociones y los pensamientos negativos y descubrir la paz interior, la alegría y la felicidad es la manera de lograr la calidad de vida que todos estamos buscando.
Tomado del libro “ELIMINAR EL ESTRÉS” de Brian Weiss.
Fuente: gabyvaldes