Revista Diario

Sobre el respeto de los padres a los profesores

Por Sandra @sandraferrerv
Sobre el respeto de los padres a los profesoresHace unos días tuve reunión con la profesora de mi pequeña princesa para valorar cómo había llevado los primeros meses en la "escuela de mayores". Al principio la conversación iba muy bien pero yo notaba cierta inquietud por su parte. Hasta que supe por qué. Quería apuntarme un defecto de mi pequeña o más bien un posible defecto y no sabía cómo hacerlo. Cuando lo hizo y yo apoyé su opinión y, sobretodo, agradecí que me transmitiera su inquietud pareció como que se quitaba un peso de encima.Aquello me dio qué pensar. ¿Qué padres no se deben encontrar los profesores para ir con tanta cautela? No digo que desee, ni mucho menos, la autoridad porque sí de aquellos años en los que el profesorado de este país andaba más preocupado por las varas de castigo que por los conocimientos adquiridos por los niños. Pero me da la sensación de que los sufridos maestros de nuestro tiempo han perdido cierta (mucha) autoridad no sólo ante los niños, sino también ante los padres. Delante del comentario que recibí de mi hija, en ningún momento pensé que lo hacía porque le había cogido manía, porque la odiaba o porque yo le caía mal. Sino más bien porque lo que quería era ayudarme. Cuantas veces hemos oído comentarios de padres que critican a los profesores que intentan educar y enseñar a sus hijos. Me parece que demasiadas. Los maestros y maestras, educadores y educadoras, son la prolongación de nosotros, los padres, en el entorno escolar. Así que si no confiamos plenamente en ellos, les damos autoridad, confianza y apoyo, difícilmente podrán ayudarnos de verdad en la educación y formación de nuestros hijos. A nadie le gusta que saquen defectos a sus hijos. Pero flaco favor les hacemos si recibimos dichas críticas con orgullo e indignación. No por ello los defectos desaparecerán y la próxima vez quizás la persona que pasa muchas horas con ellos al día tire la toalla y también mire hacia otro lado. Y por último, si pedimos a nuestros hijos que obedezcan y respeten a sus profesores, puede que tengamos que hacer nosotros lo mismo. Por aquello de que nosotros somos su modelo a seguir.

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